Gorda y fea. Con estos insultos recibían cada día a Lucía en su instituto. Tenía sólo trece años y ya no aguantó más el acoso al que era sometida por algunos de sus compañeros. Había denunciado ante la dirección de su centro que sufría acoso escolar. El martes su madre la encontraba ahorcada en su cuarto en una pedanía de Murcia. El caso está ahora en manos del Grupo de Menores de la Policía Nacional, que no tenía denuncia previa y que ahora tomará declaración tanto a los profesores como a los familiares y ex compañeros de la fallecida, para tratar de averiguar si detrás de este suicidio estaba la persecución que denunció. Todos aquellos monstruos que disfrutan haciendo sufrir a otro, buscando víctimas inocentes siempre más vulnerables, deberían mirarse dentro y se darían cuenta que los verdaderos tarados son ellos. En estos casos, menos palabras y más hechos: expulsión del centro sin posibilidad de retorno y mano dura.

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