Tengo teléfono fijo porque, básicamente, las compañías te obligan a contratarlo si quieres un precio más o menos decente para el resto de servicios. Apenas un par de personas saben el número porque paso poco tiempo en casa. Pero de unos meses a esta parte no deja de sonar. Alguna vez, las menos, es alguien que se ha confundido. La mayoría son teleoperadores de la competencia, de compañías de seguros o de vaya usted a saber qué buscando una minúscula comisión a cambio de una permanencia. Ya ni me levanto para cogerlo pero pienso en todos aquellos que esperan una llamada de médicos, administraciones o incluso de un posible trabajo. Está claro que en los tiempos que corren es imposible ser un Robinson, por lo que un tirón al cable de la roseta ha acabado con el problema. Del spam en el móvil hablaremos otro día.

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