Análisis

Alberto Pérez de vargas

A don José Manuel Serrano

Castiella restauró la dignidad a la gente de una comarca que la había perdido

Le agradezco haya sido tan amable de prestarme atención y de dedicar un poco de su tiempo a referirse con tanta generosidad al contenido de mi columna, Una ópera bufa, publicada el próximo pasado jueves día 19 de los corrientes. Anticípole que comprendo que mi comentario le haya producido el impacto, más allá de "su humilde entender", que parece haberle producido: es consecuente con su entorno social y laboral. Usted no ha conocido el Campo de Gibraltar -simplemente porque no había nacido- en las fechas del cierre de la verja (1969) y no parece haberse preocupado mucho en enterarse de lo que pasó y de cómo estaban las cosas entonces. No es difícil familiarizarse con aquel período, pero hay que tomarse tiempo. Además de disfrutar de la independencia intelectual necesaria para analizar los hechos con conocimiento y objetividad.

No sé si el ministro Castiella era o no franquista. Sé que formó parte de uno de los gobiernos presididos por el general Franco, seguramente debido a su altísima cualificación profesional como diplomático y catedrático de Derecho Internacional Privado. Su gestión como ministro de Asuntos Exteriores -infórmese- fue extraordinaria. A ella se debe, entre otras cosas, la definición oficial de Gibraltar como colonia y el mandato de las Naciones Unidas, que el Reino Unido ignora sistemáticamente, de llegar a un acuerdo que permita la descolonización del peñón. Castiella no "envió a miles de familias campogibraltareñas a la dura y dolorosa emigración". Fueron las condiciones de extrema dependencia que tenía la comarca respecto a la colonia, las causas del mal causado.

Castiella propició la existencia de uno de los grandes polígonos industriales españoles, un asentamiento portuario de primerísima importancia y un dinamismo activo más allá del estraperlo y de la evasión fiscal. Y restauró la dignidad a la gente de una comarca que la había perdido corriendo detrás del chief y de otros yanitos; como ahora hacen algunos alcaldes y elementos varios de la progresía. De añadido, puede estar seguro que ni Alfonso XI ni Guzman el Bueno merecen mayor consideración, sus campañas militares reconquistaron el territorio y de ahí las estatuas. Por otra parte, tampoco eran demócratas, servían a regímenes absolutistas, que si nos pusiéramos a borrar de la Historia nos quedaríamos sin nada que contar. Fíjese qué sería del esplendor andalusí sin el sanguinario quemador de libros y dictador sanroqueño -Cora de Algeciras, eso sí- conocido por Almanzor. La Democracia, señor Serrano, da gusto, pero ocupa un pequeñísimo periodo histórico; es muy reciente.

La memoria no es más que memoria, y si no sirve para memorizar deja de ser memoria; por cierto que hablar de "memoria democrática" es una pasada ingeniosísima, aunque me temo que sea conceptualmente inexplicable. La estupidez es institucionalizable, y la memoria puede ser bastardeada todo lo que se quiera con tal de que haya desmemoriados o, simplemente, ignorantes que tengan el poder para hacerlo. También se puede legalizar la estupidez, y entonces habrá leyes estúpidas. Así será si hay un número suficiente de estúpidos con capacidad para llevarlo a cabo. Es como los tontos, si además de español saben inglés, son tontos bilingües; tontos, en fin, en dos idiomas.

Para no hacer ésto demasiado largo -no puede usted imaginarse todo lo que se me ocurre- me limitaré a advertirle de que lo que yo llamo tebeos se puede llamar cómics, pero es lo mismo. Una cosa parecida al bingo y la lotería; son sinónimos. Como la víspera de Tosantos y el Halloween (All Hallows' Eve). Bien es verdad, que como usted es considerablemente más joven y moderno, probablemente se sentirá más a gusto empleando esos términos tan bien sonantes en sociedad. Pero hablamos de lo mismo, créame. Un dibujante (brillante, escribí, aunque usted evita el calificativo) de tebeos es como decir un dibujante de cómics, puede estar seguro. Y desde luego de mi respeto y consideración al personaje, no es de eso de lo que se trata; no se quede en el dedo, vea hacia dónde señala. En el cronista mejor no detenerse, no va de él; sólo se mencionaba a efectos de su presumible influencia intelectual sobre el alcalde. Ya sabe usted que el nombramiento es político y por lo tanto muy dependiente de las simpatías del que nombra o mantiene.

No puedo extenderme más, pero me tiene a su disposición y estaré encantado de explicarle todo lo que quiera sobre la comarca. Aunque ya no lo haré más en el periódico, será un placer mantener una buena conversación que le ponga en condiciones de opinar sobre estas cosas. A propósito: las óperas bufas son bastante más serias que el comportamiento como colectivo de la clase política de la comarca. Y además tienen guion y proyecto. La alusión era un recurso mediático. Al alza.

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