Lo de los ciberataques múltiples lo veía yo venir desde hacía años. Mi naturaleza desconfiada y algo neurótica siempre me ha sugerido limitar mis interacciones con la tecnología en general y con los códigos encriptados y las claves en particular. Cierto es que cada vez me encuentro con más complicaciones para moverme libre de bytes y actualizaciones, ya que las empresas han cortado con sus servicios clásicos y ya solo puedes disfrutarlos, si quieres, telemáticamente. Aún, sin embargo, puede uno hallar oasis incómodos e imperfectos, pero a salvo del robo de datos. Por eso no tengo domiciliado ni uno solo de mis recibos. Me dirán que soy muy antiguo, y tal vez tengan razón, pero he cultivado mucha vida social esperando en los bancos. El problema es que ahora te obligan a pagar en una ventana de dos horas en días contados. Y cada vez hay menos gente en la cola.

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