La seguridad y la certeza de la continuidad de tradiciones y rituales de una sociedad no tiene más remedio que consolidarse bajo el empuje, ilusión y espíritu de las nuevas generaciones que suceden a sus mayores exponentes. Es casi palpable que la Semana Santa de Algeciras revive unos años dorados respecto al lucimiento de sus cortejos procesionales y número de devotos y cofrades implicados en la vida de sus hermandades. Hay que echar la vista atrás, hacia unos inspiradores finales de los 80 y principios de los años 90, para encontrar un calado en la masa social algecireña que se iguale a las circunstancias actuales que vivimos.Por otro lado, sería mentir no resaltar algunos aspectos que precisamente no gozan de la mejor salud.

Es común encontrar frases en los principales foros cofradieros de la ciudad, hablando de la importancia del relevo generacional. Una cuestión a todas luces obvia pero que en su mayoría se reduce a dar cabida en las cuadrillas de costaleros a los jóvenes que alcanzan la mayoría de edad. En cierto sentido, y no desbordante, este apartado parece cubierto y superado en la mayoría de las corporaciones (aunque muchos de estos hombres, por devoción o afición, duplican o triplican presencia en pasos de diferentes días de la Semana Santa).

El cambio de rumbo que hay que dar en la cantera, sin lugar a dudas, es el nazareno. Una apuesta decidida por llenar los cortejos de jóvenes nazarenos. Ése es el verdadero relevo, el cambio necesario, la apertura a la forja de nuevos acólitos, futuros fiscales y próximos hermanos de cirio. Un debate a considerar seriamente y reflexionar. Si se permiten llenar los pasos de costaleros no hermanos, quizás, muchos de los limitados cortejos locales deberían plantearse alternativas para enriquecerse. Ojo; no se trata simplemente de que desfilen cirios no hermanos, sino abrir la mano a que jóvenes conozcan la rica experiencia del nazareno, se enamoren de ella y quieran participar de esta manera en su [o futura] hermandad sin un desembolso impertinente. Todo es cuestión de darle forma y sentido. Sería una magnífica forma de atraer a jóvenes a las hermandades sin necesidad de llevar el costal bajo el brazo. Ahí reside el reto de los próximos años.

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