El hombre es el único animal que apunta fechas y acontecimientos venideros. Nada como una buena agenda para anotar una cena con los amigos, la cita con el médico o el partido de los hijos. Ahora las agendas están incorporadas al móvil y a otros dispositivos, que avisan de cumpleaños y otras fechas significativas. Hasta hay quien configura la alerta en los modernos relojes, en los que lo de menos es mirar la hora, para que emitan un sonido elegido a modo de infalible recordatorio. El hombre necesita mirar el calendario para saber qué día es y en qué mes estamos. Es una manera de controlar el tiempo, los días y las noches, una torpe herramienta de la que carecen, por ejemplo, las aves que nos visitan cada primavera: aviones, vencejos y golondrinas no necesitan almanaque para saber el día exacto en que tienen que partir para, después de miles de kilómetros, estrenar la primavera sureña y aletear de alegría en las calles.

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