Difícil digestión tiene ver a gente cercana abatida, con el corazón herido por una nueva puñalada de ese maldito deporte que tanto mueve, tanto llena y tanto vacío es capaz de dejar. Del fútbol ya está todo dicho, pero la realidad es que nunca estará todo contado. En eso reside su principal encanto, su embrujo, su perfume irresistible. El Algeciras CF se despertó demasiado pronto de su sueño del ascenso, de forma abrupta y cruel, de un tortazo. O quizás es que llegar a este punto de la temporada ya era un sueño por encima de la realidad. Quién sabe. Ahora queda un vestuario con un grupo de chavales muy jodidos, un cuerpo técnico de la casa que pone fin a una etapa y esa sensación eterna de volver a empezar. No desde los cimientos, esta vez no, pero casi. Volver a ilusionar al algecirismo se llama la gran asignatura troncal del verano.

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