Hoy no les voy a hablar de las calorías de más de las recientes fiestas ni de la operación bikini, sino de lo ocurrido hace unos días en la isla de Navidad, en Australia, donde un biólogo chino ha tomado unas imágenes que, sencillamente, me han estremecido. Se trata de una tortuga que trata de desovar sin éxito en una playa totalmente atestada de basura. Bolsas, zapatillas deportivas, trozos de cartón y metal sepultan la capa de arena donde el animal trata de dejar sus huevos. Y sólo hay un responsable en toda la cadena evolutiva de este despropósito: el ser humano. El mismo que contribuye diariamente a aumentar la temperatura del planeta hasta el punto que los científicos ya alertan de que, en un futuro no demasiado lejano, el mar estará poblado exclusivamente por medusas. Para ese entonces, quizás los humanos nos hayamos extinguido y las aguavivas sólo puedan picar con sus tentáculos a las botellas de plástico.

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