Análisis

FRANCISCO JOSÉ lLAVE GAMERO

La Línea que queremos, La Línea que soñamos

Sentid el pueblo que queremos. Luchemos por él. La Línea y su gente lo merece

Hace ya algunos años, durante un curso de habilidades de comunicación, recuerdo que uno de los ejercicios consistía en contar algo de nuestra vida al resto de alumnos. Consistía en hablar en público para ser evaluado por el profesor en cuanto a la forma de expresarnos, tanto verbal como corporalmente.

¿Y por qué os digo esto? Porque, en mi caso, elegí hablarles de mi tierra, de mi pueblo, de La Línea. Quizá ya estéis pensando sobre lo que les pude hablar. Os lo cuento. Por un momento cerré los ojos y sentí. Y, con los cinco sentidos, recordé. Recordé mi infancia y mi vida en mi pueblo, en La Línea. Entré por la carretera del Higuerón. Y la vi. Como nos ha cantado el Maestro Jaén en nuestro himno: "Entre Sierra Carbonera y el Peñón de Gibraltar…".

La vi. Vi sus calles, sus barrios, sus plazas y, lo más importante, su gente. Vi felices atardeceres de verano en la entrada a la Iglesia del Carmen. Jugando al fútbol en compañía de mis primos y vecinos de La Atunara. Pura alegría, inocencia y convivencia.

Vi tardes frías y húmedas de invierno, en el Paseo Fariñas. Alargando los minutos hasta entrar a los ensayos de la banda de música, en la antigua sede de la Cruz Roja. Vi días de fiesta, de feria, de domingo rociero en los que La Línea se viste de esplendor y a la vez de sencillez y humildad con la que acoge a cualquiera que la visite. Vi miércoles santos. Y aquí mi recuerdo se nubló de lágrimas. Minutos antes de la salida procesional de Nuestro Padre Jesús en la Oración en el Huerto. Todo el barrio de San José esperando la apertura de aquellas enormes puertas. Jacinto, nuestro eterno capataz, llamando para la primera levantá, siempre dedicada a alguien cercano con todo el amor y cariño imaginables. Y vi una Semana Santa de pasión, recogimiento, unión, respeto y sentimiento.

Y la escuché. Porque La Línea se escucha. Su gente en la Calle Real, en sus terrazas llenas de vida. Se escuchan esos temporales de invierno, olas blancas y nuestros vientos, de levante y de poniente. La Línea suena a alegría. Y suena a sentimiento cofrade. A saeta. A devoción.

Y continué sintiendo mi pueblo. Y la olí. La Línea huele a mar. Huele a pulpo asado junto al Museo Cruz Herrera en días de feria. Huele a volaores tendidos sobre blancas paredes encaladas, anunciando que se va el verano. Y huele a puestos de castañas… ya se fue el verano.

Huele a nuestra gastronomía. Nuestro pescado fresco, frito como en ningún otro lugar, o plateados espetos de sardinas de La Atunara, merecedores de las verdaderas estrellas Michelín, las que da su gente. Y al mismo tiempo que huele, sabe.

Quién no recuerda cómo sabe el algodón de azúcar de los puestos de la feria, los peros endulzaos, los wokis y la cosa buena. La Línea sabe a verduras del Zabal, sabe a higos agosteños de centenarias higueras que mi padre me enseñó a coger y apreciar.

Y acabé tocando, palpando a La Línea. Toqué la cálida arena de sus playas, toqué su mar. Y toqué las serpentinas y los papelillos de su Carnaval. Toqué la todavía caliente cera de los cirios procesionales que tanos niños guardan año tras año.

Y así sentí La Línea. Abrí los ojos y desperté.

No recuerdo qué nota saqué en el ejercicio que os comentaba de aquel curso de comunicación… Ni me importa. La mejor nota fue poder contar, a los compañeros que escuchaban atentos, todo lo bueno que pude sentir de mi pueblo.

Esta es La Línea que recordé. Esta es La Línea que sueño. La Línea que tiene que volver. Ya sabemos que queda mucho por hacer en nuestra tierra. Nadie dijo que la vida tuviera que ser siempre fácil. Pero debemos tener claro que un pueblo no lo hacen los políticos, ni las instituciones, ni las administraciones, ni otros "salvadores" inventados. Un pueblo lo construye su gente. La gente que lo vive, que lo sufre, que lo ríe, que lo llora, que lo siente. Desde estas letras os animo a que cerréis los ojos, unos segundos y que recordéis, que sintáis, que lloréis y que riáis. Soñad vuestra Línea y luchad por ella.

Sentid el pueblo que queremos. Luchemos por él. Cada gesto de cada linense es importante. Pequeños actos, cada uno en su día a día, harán que la suma de ellos encamine a nuestra tierra hacia nuevos rumbos. Luchemos por esa Línea soñada. La Línea y su gente lo merece.

Francisco José Llave Gamero es perito médico afincado en Almería

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