Escocia trata de poner freno al desmesurado consumo de alcohol en el país, donde cada año mueren más de 1.200 personas por problemas de salud relacionados con la bebida. Una cifra que es mucho más elevada que en la vecina Inglaterra, lugar que tampoco podría calificarse como la tierra de los abstemios. Pintas y whisky, además de cualquier clase de vino y el resto de destilados, serán gravados a partir de ahora con un impuesto especial que la patronal del sector había logrado frenar durante los últimos seis años. Ante esta versión moderna de la Ley Seca, las localidades limítrofes de Inglaterra ya están haciendo acopio de bebidas para tratar de burlar la iniciativa, algo que a buen seguro provocará problemas de contrabando y un sinfín de consecuencias más que aquí, en el Campo de Gibraltar, por desgracia conocemos de sobra con el tabaco.

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