Análisis

Alberto Pérez de vargas

Landaluce y nadie más

Anadie se le podría ocurrir aspirar a sustituir a José Ignacio Landaluce. El próximo jueves renovará, por aclamación, su rol principal en el Partido Popular algecireño. Su liderazgo trasciende con intensidad los límites próximos de la ciudad, para significarse en foros de mayor amplitud y trascendencia. Algeciras se beneficia de una personalidad importante en su partido, que se proyecta en el ámbito de la política comarcal y nacional. Los militantes del Partido Popular no tienen otra opción porque no existe otra opción, la figura de Landaluce no sólo es indiscutible, es hoy irremplazable.

No sé hasta qué punto es buena su casi ubicuidad; tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero puedo dar fe que en doquiera que se alude a la ciudad o a cualquier menester relacionado con Algeciras, se sabe su nombre. He conocido de cerca a todos los presidentes del consistorio hasta tres décadas antes y luego, después de la llegada de la democracia a los ayuntamientos, y he estado cerca de o con ellos en ocasiones. Cuando he citado, por diversos motivos, en conversaciones, conferencias y encuentros, a Landaluce, he percibido un interés mayor que en otros casos, por conocerlo y escucharlo. La falta de tiempo y, probablemente, una no muy ordenada regulación de su agenda han provocado mi fracaso en algunas gestiones que he hecho para disponer de él y de su palabra en determinadas instituciones madrileñas. Lo siento pero no lo lamento, porque en mi fracaso está el efecto de una buena causa, la de su entrega, la de su absoluta dedicación a aquello a lo que se debe.

No puede separarse su posición en el partido, de su condición de alcalde. Creo que este lustro y medio ha sido un buen período en lo que respecta a la política municipal. No es desdeñable, desde luego, lo logrado por sus antecesores, pero con todo y aun con las objeciones que en cada momento yo haya hecho, la gestión de Landaluce me parece digna de reconocimiento, histórica en algunos aspectos. Bien es verdad que sus colaboradores son de una calidad poco común, pero eso también es un acierto suyo. Habría que mencionar, pormenorizando, a uno por uno y no es posible hacerlo. Pero seguro que todos sabrán disculpar -contando con mi reconocimiento- la mención que siento necesidad de hacer a Pilar Pintor Alonso. Es un lujo tenerla. A su capacidad de trabajo y de gestión, une sabiduría y cultura; y no diré belleza porque los tiempos no están para decir esas cosas.

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