Análisis

josé maría michán

¡Gracias, madre y maestra!

Desde que entré por primera vez en el colegio Salesianos me inundó una sensación difícil de explicar. De la mano de mis padres, el primer día de clase sentí la presencia cercana de aquellos que habían decidido seguir las teorías educativas, con su Sistema Preventivo, de un santo italiano llamado Don Bosco.

Todo era nuevo, los compañeros, los patios y las aulas. Sin embargo, mi corazón sentía alegría y, desde entonces, el colegio se convirtió en mi casa. Un lugar donde prepararme para la vida que estaba por venir. Y en esa casa los salesianos nos dieron una madre. Sí. Ella. La Auxiliadora. En la imponente iglesia ella siempre estaba allí con su mirada baja capaz de decir lo que con palabras no entendemos. Siempre atenta y vigilante. Dulce y tranquilizadora. Capaz de dar paz y serenidad al corazón más desbocado.

Y allí, frente a ella, me puse yo. Observé su pelo, su cara y lo supe. Crucé mi mirada con la suya y lo supe. Nunca me abandonaría, tanto en los buenos como en los malos momentos, no me abandonaría.

Estos han sido mis sentimientos y seguro que muchos antiguos alumnos y antiguas alumnas de los Salesianos los comparten. Incluso en aquellos momentos, en los cuales se huye de todo, lo que huele a incienso y altares, la simple estampa de María Auxiliadora en nuestra cartera hace que nos recorra un escalofrío por la piel y afirmemos: "Ella es mi Virgen".

Bien, pues ha llegado el momento, nuestra Madre y Maestra será coronada el próximo 1 de julio. Coronada por el pueblo de Algeciras que la acogió con devoción y cariño. Será tiempo de dar las gracias y acordarse de todos los salesianos y todos los maestros que han pasado por nuestra casa de Algeciras, mostrándonos el amor de Dios en la alegría de los jóvenes. De dar las gracias por prepararnos para la vida y hacer realidad la frase del primer sueño de Don Bosco a los nueve años: "Yo te daré una Maestra...".

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