Como casi siempre ocurre en este país de bienquedas, hasta que no sucede una tragedia no se pone sobre la mesa el debate. Ayer murió un hombre en el Toro del Aleluya de Arcos, donde otra persona burló por poco a la de la guadaña. A la misma hora la Villa de Los Barrios vivía el tercer Toro Embolao del fin de semana con algún herido de consideración y otros magullados. Y poco pasa para lo que se cuece por incontables pueblos y ciudades de la geografía española. No se trata de ser partidista ni de ponerse el disfraz de anti, se trata de preguntarse si verdaderamente merece la pena que un día llamado a ser una fiesta se pueda tornar en un crespón negro y en una pena imborrable para una o varias familias. ¿De verdad en pleno siglo XXI la gente necesita de un animal noble como un toro para desafiar a la vida? Toca reflexionar.

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