Apocas personas parece haber sorprendido el archivo de la causa abierta al obispo emérito de Cádiz, Antonio Ceballos. Y no porque se tratara de un religioso, cuestión por la que podría incluso estar sentenciado para algunos desde antes de saber que se le investigaba, sino porque durante su labor en Cádiz dejó evidentes señales públicas y privadas, que todas son importantes, de ser una persona honesta, austera y comprometida socialmente con los más necesitados. Fue un obispo que supo respetar el trabajo de sus antecesores -otros dos Antonios, por cierto, de buen recuerdo- y que supo adaptarse a su diócesis antes de exigir que fuera su diócesis la que se adaptara a sus planteamientos. Estuvo mucho más cerca de ser un pastor con olor a oveja, como exige a sus prelados el Papa Francisco, que de convertirse en ese lobo que rodearon al pastor Ratzinger durante su mandato vaticano.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios