Caminábamos un grupito de los que hacemos este periódico hacia una cafetería del centro para comprar unos cuantos cafés para llevar. Básicamente, para surtirnos de la gasolina que nos pone en marcha cada tarde. Nos cruzamos con un joven que caminaba en dirección a la Plaza Alta con una bolsa amarilla de basura en la mano y cuando ya había desaparecido de nuestro campo de visión la soltó junto a la iglesia de La Palma. Le delató el ruido del plástico y las latas al dar con el suelo. Y al girar nuestras cabezas ya avanzaba libre de la penitencia de sacar la basura a destiempo, dicho sea de paso, porque eran las cinco de la tarde. El cerdo puso pies en polvorosa sin dejarnos casi oportunidad de procesar lo que acababa de pasar. Desde aquí le digo que, además de ser un guarro, con comportamientos así resulta imposible quitar a Algeciras el sambenito de ciudad sucia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios