El hecho de que esta feria del libro sea dedicada a la Unión Fotográfica y Cinematográfica Algecireña (UFCA) es un acierto que tengo mucho interés en declarar. La importancia de esta asociación, cuyo acrónimo es ya una referencia que ha superado su propio significado, es extraordinaria. Ha conseguido mantenerse vigorosa y creativa durante más de cuatro décadas. Su concepción, que precede a su fundación oficial en nuestra ciudad, en 1977, pertenece a un tiempo de notable escasez cultural. Nunca es suficiente el aporte de bienes culturales, pero si cundiera por completo el ejemplo de este ya nutrido grupo de amantes de la imagen, qué duda cabe que podríamos sentir el aliento de la belleza de un modo más intenso.

Fueron unos pocos los que tuvieron la iniciativa, algunos ya no están, otros se han quedado por el camino, muchos se han ido uniendo a este maravilloso proyecto que se renueva constantemente y algunos se han quedado ahí, renovando y creando, nutriendo y reanimando, conquistando nuevos espíritus, llamando a más gente, a jóvenes creadores, y reinventando sensaciones y estancias. La escuela de UFCA, "una plataforma diseñada para disfrutar de la fotografía como autor o como espectador", es una invitación constante al impulso creativo que, en efecto, es un don natural, una fuerza que todos llevamos dentro y que debemos intentar descubrir para alimentarla y utilizarla en la dirección conveniente.

La UFCA es una realidad impensable sin considerar la personalidad de mi querido y admirado Alberto Galán Viñas, que no es un fotógrafo en sentido estricto, pero sí un artista de cuerpo y alma, de vocación y sentimientos, que ha desarrollado su inmensa creatividad y capacidad organizativa repartiéndose entre la promoción del turismo, su actividad profesional como técnico, y UFCA de la que es presidente. Algecireño de "nativitate", acudió a UFCA en los primeros años de la década de los ochenta y se convirtió en muy poco tiempo en su conductor principal y en su renovador constante. Su brillantez y su innata facilidad oratoria, habrán implementado, el pasado jueves y con una climatología adversa, un pregón inolvidable y de perdurable memoria.

La mía, mi memoria, me traslada a cuando fui pregonero de esa feria, la duodécima, en 1987. Hace pues treinta años. Nuestro Alberto Galán ha pregonado ésta, la trigésimo segunda (ignoro cómo hace las cuentas el ayuntamiento), y seguramente ha dicho algo que le gusta decir: que los libros no llegaron a él por la literatura, sino a través de la fotografía.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios