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"El tiempo no es nuestro enemigo sino nuestro aliado: hay que confiar en él"

  • El autor presenta esta tarde en la Biblioteca Provincial (Cádiz) 'Malandar', novela en la que vuelve al territorio mítico de La Algaida para contar la trayectoria vital de tres amigos

El escritor sanluqueño Eduardo Mendicutti.

El escritor sanluqueño Eduardo Mendicutti. / d.c.

-Hay un momento de gran ternura en 'Malandar': el momento raíces cuadradas. Había un "bien" establecido que llegaba a causar un gran mal.

-Es el instante en el que el narrador descubre lo mala que puede ser la gente mala, y lo que le toca aguantar a la gente desprotegida, sin recursos económicos, emocionales o intelectuales para poder hacer frente a esa adversidad. Forma parte de la toma de conciencia del protagonista: la caridad siempre es asquerosa y siempre empieza por uno mismo.

-Es una novela inusual: con un corte nostálgico pero muy optimista.

-Esa es la clave, porque pienso que hay que luchar contra la melancolía: cuando recordamos épocas pasadas tenemos el peligro evidente de lamentar lo que hemos perdido, pero lo que tenemos que hacer es rescatar y celebrar lo que hemos vivido, que es lo que hace el protagonista, o lo mismo lo que hago yo con él: rescatarlo un poco de la nostalgia. La melancolía es un ejercicio masoquista y poco estimulante.

-Como en la vida real, en la novela, los momentos de la juventud quedan congelados y son determinantes; y después, todo vuela...

-Es la historia a tres de una amistad que esconde historias de amor, al menos, un par de ellas. Relaciones que se descubren y consolidan en la infancia y adolescencia, que luchan por mantenerse mientras son jóvenes y que luego parece que van a perderse, aunque se recuperan en la tercera edad.

-"El tiempo es muy largo". O, como decían en una obra de teatro: "La vida es muy corta, pero muy ancha". Creo que uno se da especialmente cuenta de eso escribiendo.

-Es que hay que confiar en el tiempo, el tiempo no es tu enemigo: es tu aliado. Debe serlo, hay que aprovecharlo. Contando es como uno se da cuenta de esto: percibes lo que da de sí el tiempo que has tenido, que tienes en tus manos, las oportunidades que te ofrece y que no debes desperdiciar, aunque tengamos la sensación de que es rápido, de que se nos va.

-Y está el elemento de la distancia, que contribuye a idealizar pero que no desgasta.

-La distancia se ve siempre como una enemiga del amor y de la amistad, pero si te esfuerzas y celebras eso, es una de las claves para que pueda aguantar muchísimo tiempo.

-En el, digamos, aprendizaje emocional de Miguel Durán, está todo el proceso de normalización social e histórica de la homosexualidad, empezando por esa historia tan triste de "El hombre de las camisas modernas". ¿Somos tan tolerantes como creemos?

-La propia hija del "hombre de las camisas modernas" dice: "Si lo de mi padre hubiera ocurrido en este tiempo, hubiera terminado de otra manera". España, en el tratamiento de la homosexualidad, ha cambiado de manera muy significativa, aunque aún haya mucha cosa pendiente. Por una vez, al revés de lo que suele pasar, la ley fue por delante de la sociedad con la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo. Se crean desajustes que todavía estamos viviendo, porque la igualdad legal no supone una aceptación total, inmediata y convencida, claro. En el campo social, aún vemos mucha resistencia, hay agresiones, hay prejuicios, y hay algo que es mucho más sibilino, que es el intento de que el movimiento gay se acomode dentro de las normas establecidas, algo que el protagonista de la novela desafía.

-Sí, las estructuras sociales son tan potentes que parece que lo degluten todo... En este sentido, la novela sugiere un siguiente estadio de aceptación, el de las relaciones no convencionales.

-Sería una conquista más. De los tres personajes que recreo, Miguel es un gay sin problemas. Toni es un gay, bisexual... con problemas. Y Elena es una chica lista que intuye, descubre o sabe cómo tiene que actuar para mantener esa historia sentimental a tres, a dos, o como haya que mantenerla. Y hay un aspecto que me ha interesado mucho y es el papel que muchas mujeres han desempeñado en la vida de muchos gays: necesarias cómplices, confidentes; algunas de ellas, las mentes más modernas en toda esta historia. Yo creo que el camino de la conquista de los derechos gays sigue detrás del camino de la igualdad, del movimiento de las mujeres, que era lo que había que seguir.

-Vuelve a La Algaida como territorio mítico y reconocible.

-Es el territorio de la infancia y la adolescencia, que son la verdadera patria del escritor, junto con el lenguaje. A mí el habla andaluza se me pegó en el cerebro, aunque ahora parezca hablando de Valladolid, o casi, y creo que es por eso por lo que me siento andaluz.

-Impagables las expresiones de la criada, Antonia, que pasa, con la sociedad, de devorar 'El Caso' al 'Semana'.

-Ahora, Antonia vería la tele a todas horas: nuestra cultura ha pasado de ser una cultura letrada a otra "iletrada". Pero aprendería mucho, porque tenía una capacidad para el aprendizaje y la expresión fuera de lo normal. Algún otro personaje mío también es así, la Mari de El palomo cojo.

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