Cultura

Las pesquisas de Manuel Artacho

  • Después de 'Lo que tarda en morir un idiota', el psicólogo forense creado por J. M. Aguilar regresa para afrontar una nueva investigación en 'Lo que nunca te conté'

En su labor como psicólogo clínico y forense, José Manuel Aguilar (Madrid, 1968) se ha mostrado interesado en analizar las consecuencias de las rupturas matrimoniales, un campo en el que destaca su estudio del Síndrome de Alienación Parental, desorden producido cuando uno de los miembros de una pareja involucrada en un divorcio conflictivo manipula a sus hijos y los predispone contra el otro progenitor. Fruto de esa faceta como especialista surgieron varios libros -Síndrome de Alienación Parental (2004), Con mamá y con papá (2005) y Tenemos que hablar (2008)- y centenares de conferencias que le han llevado a exponer sus hallazgos en foros como el Tribunal Superior de Justicia de México o el Centro de Estudios Judiciarios de Portugal.

Un día, José Manuel Aguilar quiso trasladar ese conocimiento del alma humana que había adquirido en su oficio al territorio de la ficción: así nació Lo que tarda en morir un idiota (Suma de Letras, 2009), intriga que reflexionaba sobre la brutalidad humana y que suponía no sólo el desdoblamiento del especialista en narrador -como autor, firmará con las iniciales de su nombre, J. M. Aguilar-, sino la presentación al público de un personaje, Manuel Artacho, con el que su creador iba a seguir caminando por la senda de la literatura. Este protagonista se ve inmerso ahora en otra investigación: la que narra Lo que nunca te conté, editado como el anterior título en Suma.

"No encontraba ningún psicólogo forense en la literatura", explica Aguilar sobre los motivos que le impulsaron a dar forma a su antihéroe, un tipo "al que le ha afectado su trabajo, un poco descreído de las relaciones personales, que observa la conducta humana con desapego, con distancia emocional". En una residencia de ancianos, una trabajadora encuentra entre las pertenencias de una interna unos huesos que parecen ser los restos de una mano humana. Tras ese descubrimiento, la propietaria de esa inquietante pieza pone una condición: que sea Artacho quien la interrogue. Así empieza un complejo relato que traslada al lector a tiempos de guerra y que explora la presencia de nazis en España. Lo que nunca te conté es, anticipa Aguilar, una historia que ofrece "algo muy distinto a lo que parece en un principio". Como buena intriga, en el rompecabezas hay también muchas piezas que reflejan la realidad de hoy. "Terminé la novela en 2009, y en sus páginas se habla de muchas cosas que luego se han dado: de una caja que va a quebrar, de los problemas económicos, de falsas denuncias en casos de divorcio...", detalla el autor, convencido de que una de las grandes virtudes de la novela negra es que "te permite una denuncia social, tomar el pulso al día a día. Antes, la novela social que se llevaba era muy árida, hoy hablar de la realidad se puede hacer de una manera mucho más amena".

Aguilar se considera "un obrero de la palabra, alguien que trabaja una estructura, unos personajes, sin que eso esté reñido con cierta pretensión estética". Le apasiona la posibilidad de seguir ahondando, a través de la fabulación, en las contradicciones de la psicología. Aún le sorprende "la capacidad de autoengaño" con la que una persona puede reinterpretar los hechos, o la responsabilidad que a menudo tiene el entorno en determinados comportamientos. "La anorexia, por ejemplo, suele ser un reflejo de una familia disfuncional. En muchos casos se da un intento de llamar la atención por parte del enfermo". Todo apunta a que a Manuel Artacho, el psicólogo forense que Aguilar ha introducido en la literatura, le quedan muchas investigaciones a las que enfrentarse.

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