Cultura

El nuevo esplendor del zar

  • El realizador malagueño Fran Kapilla restaura un fragmento de la tercera parte de la película 'Iván El Terrible', que Eisenstein dejó inacabada en 1946

Que el cine ruso tiene en el realizador malagueño Fran Kapilla uno de sus mayores aliados ya no es un secreto a estas alturas: su cortometraje Matryoshka, alumbrado el año pasado, es la primera producción española de la historia rodada en ruso, con una singular historia sobre la carrera espacial soviética y unos efectos especiales también impropios de la cinematografía patria (el filme ha sido reconocido ya en varios certámenes y pudo verse en la pasada edición del Festival de Cine Fantástico de la Universidad de Málaga). Pero esta pasión se mezcla en el director del largometraje Las hijas de Danao (2013) con la que suscita la Historia (no en vano se licenció en la materia antes de dedicarse al cine), lo que se concreta en una predilección abultada por las obras de los padres fundadores del séptimo arte. Semejante querencia acaba de concretarse en una propuesta harto sensible: la restauración de un fragmento de cinco minutos de la tercera parte de Iván El Terrible, la película que Serguéi Eisenstein (1898-1948) dejó inacabada por presiones del Gobierno soviético en 1946. Kapilla ha llevado a cabo este trabajo de manera particular y de manera altruista (el resultado puede comprobarse en Youtube), pero su empeño ha despertado el interés de personalidades como María Eliseeva, crítica, divulgadora y miembro del jurado del Festival de Cine Ruso de Marbella. De prosperar su empresa, su labor restauradora podría contar nuevos episodios bien pronto.

Eisenstein, que ya había asombrado al mundo en 1925 con El acorazado Potemkin, brindó toda una lección de cine épico con la primera parte de Iván El Terrible, rodada de manera protegida entre 1942 y 1943 en Kazajistán mientras el ejército soviético hacía frente al avance de Hitler hacia Moscú en la Segunda Guerra Mundial. Eisenstein presentó al zar Iván IV como un verdadero titán y un héroe nacional, lo que entusiasmó a Stalin, quien creyó encontrar en el personaje (al que interpretó el actor Nikolái Cherkásov) una suerte de alter ego. En la segunda parte, rodada entre 1944 y 1946, Eisenstein retrató al monarca como un tirano sediento de sangre y esto, evidentemente, ya no gustó tanto a Stalin, lo que lastró el estreno del filme hasta 1958. En una suerte de reto a cara descubierta, el maestro del cine soviético, cuya única pretensión había sido la de mostrar la crueldad de los zares en la encarnación del primero que se coronó como tal, decidió rodar la tercera parte en 1946. El resultado fue la prohibición rotunda por parte de la censura en la URSS. Eisenstein murió dos años después sin ver culminada su ambiciosa trilogía.

Espectador infatigable de las dos partes concluidas de Iván El Terrible, Fran Kapilla conocía la existencia de un metraje de unos veinte minutos de duración de aquella tercera parte inacabada, conservada entre los archivos de Mosfilm de la Filmoteca de Moscú (la existencia de este fragmento se reveló a finales de los 80, e incluso el material llegó a editarse como una suerte de cortometraje testimonial). Pero lo que el realizador malagueño no esperaba era encontrar estas imágenes en internet; y, sin embargo, tras una búsqueda pormenorizada dio con una sección de cinco minutos libres de derechos de autor y a disposición de quien gustara: "El material se encontraba en una situación pésima. Faltaba contraste y nitidez, la imagen temblaba y el sonido era muy defectuoso. Comprobé que no había impedimentos, así que decidí restaurarlos. Y la verdad es que estoy muy satisfecho con el resultado". Para la restauración del sonido, Kapilla acudió a una versión instrumental libre de la música compuesta para el filme por Serguéi Prokófiev "con tal de no alterar el espíritu original". En sus manos, setenta años después de su rodaje, las escenas inéditas de Iván El Terrible cobran así un esplendor tan fiel como renovado en sus formas. Ahora, Kapilla lo tiene claro: "Estoy dispuesto a restaurar los quince minutos restantes que se conservan de la tercera parte". Y lo cierto es que tanto Eisenstein como la propia historia del cine merecerían esta oportunidad.

Respecto a la restauración, Fran Kapilla, que ha realizado varios trabajos en publicidad (cuyas técnicas no duda en aplicar cuando de dar una nueva vida a viejas películas se trata), no oculta sus intenciones: "La Filmoteca Española conserva unas 300.000 películas, pero de éstas sólo 120.000 están debidamente restauradas y catalogadas. El resto es un inmenso legado invisible del que no se sabe nada y en el que podrían hallarse verdaderas sorpresas". El malagueño, que restauró en su día El ciego de la aldea, dirigida por Ángel García Cardona en 1906 y considerada la producción española más antigua de cuantas se conservan, defiende incluso la restauración coloreada "siempre en paralelo a la restauración original en blanco y negro, por el valor documental e histórico que esta técnica aporta". Así es como la historia, milagro, se hace presente.

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