Juan madrid. escritor

"No creo que haya mucha diferencia entre fundar un banco y atracarlo"

  • El novelista malagueño publica 'Bares nocturnos', una intriga en la que vuelve a explorar las "cloacas del sistema" y en la que cuestiona el funcionamiento de las ongs

Un hombre, Silverio San Juan, es requerido por una monja para participar en un robo de diamantes "por una causa noble": la mercancía ayudará a una ong ubicada en África a hacer realidad sus proyectos de cooperación. Pero Silverio también tiene sus intereses: quiere salvar del cierre el bar de su madre, condenado por la especulación inmobiliaria. En Bares nocturnos (Edebé), el malagueño Juan Madrid sigue fiel a sí mismo y continúa explorando el desencanto de los submundos, aliándonse en sus ficciones con los derrotados de la sociedad.

-El parentesco de Silverio, el protagonista de Bares nocturnos, con un personaje habitual en sus obras como Toni Romano, no deja dudas sobre lo que esta novela tiene de continuidad con su trayectoria anterior.

-Rescato personajes de otros libros porque intento escribir una especie de comedia humana. Salvando las distancias, yo quiero hacer algo parecido a unos Episodios nacionales en los que se cuente qué está ocurriendo en el país ahora.

-Para ello, de nuevo, fija su atención en los bajos fondos.

-Todo sistema está integrado en las cloacas, cloacas que están comunicadas con altos despachos y que no están transitadas ni por periodistas ni por escritores. En el fondo, trato de contar lo que no se cuenta, pero tomando el papel de Sherezade y sabiendo que es una propuesta literaria, no un reportaje.

-La novedad del libro sería el acercamiento a las ongs, de las que ofrece una visión muy diferente.

-Siempre me ha llamado la atención que hay miles que llevan mucho tiempo en el tercer mundo y no han solucionado el problema. Hay muchas organizaciones que son tapaderas de infames negocios, casi todos los servicios de inteligencia del mundo tienen organizaciones no gubernamentales para sus intereses. Y las que tienen buena voluntad no tienen la operatividad suficiente para modificar el sistema. Deberían pararse y ver qué está fallando, porque cada vez hay más pobreza.

-En sus historias, como en casi toda la novela negra, hay una ambigüedad moral muy interesante.

-Nunca he creído en esa línea que separa qué es lo bueno y qué es lo malo, porque a veces tengo la impresión de que no hay tanta diferencia entre fundar un banco y atracarlo. No me interesan los personajes blancos y negros. A mí me gusta hablar de gente real, hombres y mujeres que no suelen salir en la literatura contemporánea.

-Su libro desprende una gran añoranza de los 80. Echa de menos los bares o la situación inmobiliaria de entonces...

-Yo diría que hay más nostalgia de los 70, una época donde había esperanza de un cambio. Esa fe se ha visto frustrada por lo que ha venido después. Se ha generado un discurso oficial, falso, en el que se ha escamoteado la verdad.

-Una verdad que, usted lo ha dicho en repetidas ocasiones, sale ahora a flote gracias a la novela negra.

-Porque el periodismo ha sido capturado por grupos financieros que están intentado hacerse con un trozo mayor de tarta. Es asombroso cómo la novela negra está contando lo que pasa en la sociedad. A través de un delito, de una investigación, se está mostrando la verdadera cara del mundo.

-Pero usted no comparte la fiebre que ha despertado la serie Millennium, de Stieg Larsson.

-He tenido sólo un pequeño acercamiento, leí las primeras 70 páginas del primer volumen, y aquello me pareció tedioso, repetitivo. Pero pienso que hay autores suecos cuyo nombre es impronunciable que son buenísimos.

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