Cultura

La lucha por ser uno mismo

  • lEl obra 'Dororo' de Osamu Tezuka nos sitúa en la Era Sengoku (1467-1603), un largo período de guerra civil japonesa previo a la unificación del país bajo el shogunato Tokugawa

El cómic Dororo nos sitúa en la Era Sengoku (1467-1603), un largo período de guerra civil japonesa previo a la unificación del país bajo el shogunato Tokugawa. El período Sengoku será recordado como un episodio lleno de tensión social, intrigas políticas y conspiraciones entre los distintos señoríos feudales que desencadenarían en numerosas guerras.

Daigo Kagemitsu es un samurái que entregó su futuro hijo a cuarenta y ocho demonios, a cambio de ver cumplido su sueño de conquistar el Japón. Al cabo de un tiempo, su esposa da a luz un bebé deforme al que le faltan cuarenta y ocho partes de su cuerpo. El samurái decide acabar con la vida del recién nacido, pero su madre lo deposita en una cesta y lo arroja al río.

El recién nacido será encontrado por el Dr. Jukai, un médico chamán que decide adoptarlo, dándole el nombre de Hyakkimaru, que significa "pequeño monstruo". El médico confecciona toda suerte de prótesis e instala unas katanas en los brazos huecos de Hyakkimaru, con el fin de que pueda defenderse.

Conforme Hyakkimaru se hace mayor, la presencia de demonios cerca de la casa del Dr. Jukai aumenta. El chamán comprende que estas apariciones tienen que ver con su hijo adoptivo y, cuando éste llega a la madurez, le aconseja que parta de viaje para descubrir su procedencia.

Una misteriosa voz advierte a Hyakkimaru de que cuarenta y ocho demonios robaron cuarenta y ocho partes de su cuerpo y que, para recuperarlas, deberá derrotar a cada uno de ellos. Hyakkimaru tiene un propósito: volver a ser un humano completo. Dororo es una alegoría sobre la lucha por ser uno mismo.

Hyakkimaru debe ir enfrentándose, uno a uno, a los enemigos que le robaron su cuerpo, para ir reconstruyéndolo. En su camino, conoce a Dororo, que afirma ser el mejor ladrón de Japón. Dororo, quien da título al manga, es el inseparable compañero de viaje del héroe.

Se trata de una especie de road movie en la que los protagonistas se encuentran experiencias impactantes y crueles: abuso infantil, pobreza, atrocidades de la guerra, opresión del pueblo, etc... Hyakkimaru y Dororo son seres llenos de bondad, pero en cada episodio se verán envueltos en oscuras situaciones que intentarán corromperlos.

No obstante, también estamos ante una historia en la que el sentido del humor siempre está visible. El autor hace referencia a otras obras, e incluso chistes autorreferenciales, para soltar tensión en ciertos momentos. Se plantean una serie de anacronismos intencionados en los que Dororo parafrasea a Atom, el protagonista de Astroboy o cita platos de comida o productos populares japoneses del siglo XX, por citar algunos ejemplos.

El creador de esta epopeya es Osamu Tezuka, el llamado dios del manga, sobrenombre que se ganó al revolucionar la anquilosada forma de narrar del cómic japonés. Dororo es perfecto para descubrir esa nueva y ágil forma de narrar que Tezuka concibió. Viñetas con diferentes formas y tamaños. Personajes que se salen de éstas. Brillantes transiciones, de gran belleza visual, que nos muestran el pasado de los personajes. Ahora cualquier cómic tiene todo eso. Pero a finales de los años sesenta, Dororo fue toda una revolución…

Originalmente, Dororo fue publicado por primera vez en 1967, pasando por revistas semanales como Shonen Sunday y Boken'o, de las editoriales Shogakukan y Akita Shoten respectivamente. Ha inspirado una serie de dibujos animados para televisión de veintiséis episodios emitida en 1968, creada por Mushi Productions, la productora del propio Osamu Tezuka. En 2007, se realizó una película de imagen real dirigida por Akihiko Shiota y ganadora del Premio Orient Express-Casa Asia en el Festival de Sitges.

La obra de Tezuka suele dividirse en dos etapas: una primera, de producción enfocada mayoritariamente a un género infantil, con obras desenfadadas como Astroboy (1952); y una segunda, en la que explora aspectos oscuros del ser humano a través de títulos como Black Jack (1973). Si tuviésemos que situar Dororo, sería a caballo entre estas dos etapas.

El diseño de los personajes, con influencia de Disney y de los hermanos Fleischer, contrasta con las tramas, pues resulta extraño ver a personajes de aspecto infantil como protagonistas de historias adultas, en su mayoría crudas y oscuras.

La próxima semana: Lobezno: Honor (1982), de Chris Claremont y Frank Miller, profundiza en las raíces del conocido mutante de Marvel Comics.

Monitor del club de lectura de cómic

Marco Macías de la Biblioteca Pública Provincial de Huelva

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