Cultura

Una infumable corrida de Victorino pone fin a San Isidro

  • La terna se estrella ante un encierro que no dio opciones. Fandiño, muy firme, es volteado por cada uno de sus enemigos. El Cid y Urdiales, con mucha voluntad

El telón de la isidrada cayó como una losa. La corrida de Victorino fue infumable. Un horror. Con un toro que medio se dejó, el segundo, pero se vino pronto abajo; y otro que fue a más, el primero. Ese fue el único toro salvable del cierre de feria.

Ese le cayó a Diego Urdiales. El toro apretó en el caballo en dos varas que tomó alegre y de largo. Y en la muleta, sin terminar de definirse, topó con las manos de un torero preparado y sobrado de técnica. Se empeñó Diego en bajarle la mano y llevarlo largo, y el toro terminó respondiendo. Bien, seguro y suficiente por la mano diestra, por donde llegaron un par de series de seis y siete muletazos.

Por el izquierdo el toro no tomaba uno. Se puso Urdiales y no salió bien la cosa. Empezó a cabrearse la gente, sin razón, y uno de esos soltó el típico 'Se te va sin torear' lo que hizo que Urdiales siguiera. Al final, todo se vino abajo, toro y faena, y el fallo a espadas dejó la cosa en silencio.

Después de esa capítulo, la tarde no tuvo más historia. El cuarto se vino enseguida abajo. Descastado como todos, aburrido y deslucido, Urdiales se empeñó en pasar un rato delante cuando la mejor opción era abreviar.

El Cid anduvo perdido con su lote. El primero se fue viniendo abajo, pero el de Salteras, que pareció salir con ganas en el saludo a la verónica, renunció pronto. Demasiadas dudas, rectificaciones y pasos atrás. Habría estado bien ver a un tío dejar la muleta puesta. Pero no era la tarde.

El quinto era un inválido que Muñoz Infante dejó en el ruedo. Aumentaron las protestas y el mosqueo general y El Cid aprovechó las ráfagas de viento para hacer que si pero no. Sin querer ponerse de verdad, con un toro sin raza, fuerza ni nada. Ya iba rodada la cosa. Cuesta abajo, claro.

El primero de Fandiño se vino abajo y el de Orduña lo intentó. Sin embargo, a Fandiño le han hecho flaco favor con esta sustitución. Sin preparación, a merced estuvo de su lote, con el que quiso torear pero no encontró la forma.

En sus dos toros llegaron dos volteretas fortísimas por dos descuidos. El tercero se vino abajo y el sexto se orientó. Con ese pasó un calvario, siempre a merced, siempre desbordado. Quizá el mejor resumen de una feria.

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