Cultura

"Lo más importante de mi obra narrativa son los libros de relatos"

  • El autor jerezano publica 'Tanta gente sola', un volumen sobre el poder de los recuerdos con personajes secundarios elevados a la categoría de protagonistas

Desde la aparición en 1994 de la antología El que apaga la luz, el talento de Juan Bonilla para la narrativa corta no ha hecho sino acrecentarse con cada nueva entrega. Su personal mixtura de ironía y dramatismo, el lenguaje limpio y minucioso así como el dominio apabullante de los recursos del oficio se desbordan en Tanta gente sola (Seix Barral), su quinto libro de relatos, que ayer presentó en la Fnac de Sevilla. Se trata de una compilación de personajes y paisajes esperpénticos y tiernos por donde el autor nacido en Jerez en 1966 ha filtrado ecos de su infancia y adolescencia, incluyendo el homenaje al cancionero de los Beatles que le da título.

-En Tanta gente sola muestra a un adolescente obsesionado con el cromo de Boronat (un delantero de la Real Sociedad) que no duda en engañar y golpear para completar su álbum. Es un cuento donde aparecen muchos de los paisajes de su biografía, como la Alameda jerezana y el parque González Hontoria. ¿Está ajustando cuentas con sus recuerdos?

-De todos mis libros éste es el que ofrece una mirada mayor al pasado. Son cosas que te dicen los lectores y en las que realmente uno no ha caído antes. Debe ser el paso del tiempo pero me quedo preocupadísimo. ¡Ay, la melancolía! También el fútbol está muy presente y en la solapa del libro he puesto que nací en Xerez como homenaje al club. Cuando era un muchacho estuve allí el día en que subió de Segunda B a Segunda y fue una experiencia gigantesca. Así que ahora que vamos a subir a Primera...

-En el relato Todos contra Urbano convierte a un apocado compañero de colegio en el invencible concursante de Cifras y letras. ¿Le obsesiona el poder de la televisión en nuestro entorno?

-Los medios de comunicación me inspiran por la presencia que tienen en nuestras vidas y porque acudir a ellos me permite satirizar, congelar la risa del lector con cierto humor negro y gamberro. Pero lo que me interesa de esa historia concreta es el propio espectador del concurso.

-En la estructura de la obra juega un papel decisivo su admiración por Perec y su obra Je me suviens.

-Descubrí a Georges Perec hace muchísimo tiempo. Primero me fascinó como sujeto, me parece ese escritor que se lo toma todo a broma pero consigue unos resultados muy serios. A partir de Je me suviens, que parte de una idea monumental -la de que toda nuestra vida se puede reducir a una serie de recuerdos-, me fascinó construir un personaje que se proponía adquirir los me acuerdo y las experiencias de otras personas a las que nunca conoció. El último de los cuentos del libro, El lector de Perec, recoge y cierra los ocho anteriores. Por eso creo que ésta es más bien una novela con secundarios elevados a la categoría de protagonistas que se unen en la última voz, que es un homenaje a Perec y al lector que cree que leer es algo más que leer.

-Con estos nuevos textos son ya 59 los relatos que lleva publicados. Todos revelan una voz propia y un lenguaje cada vez más preciso y cuidado. ¿Corrige mucho?

-Creo que esa percepción tiene que ver con el tiempo que ha pasado entre el final de la primera versión y la fecha de publicación. De todos mis libros es el que más ha tardado en ver la luz. Seix Barral lo aprobó en agosto de 2007 y hasta ahora he estado puliéndolo, lo que me ha permitido afianzar esa estructura cerrada de muchos relatos que en verdad son uno solo. El único caso de escritor que corrigiendo agrandaba el texto era Proust. Los demás intentamos limar, quitar hojarasca, ver qué sobra para que funcione un relato.

-A estas alturas, ¿se considera sobre todo un autor de relatos?

-No pienso que el relato es aquello que se hace entre novela y novela ya que, mal que me pese, lo más importante de mi obra narrativa son los libros de relatos. Curiosamente, el lenguaje común tiene algo contra el cuento que no tiene contra otros géneros literarios. Si simulas una enfermedad para no ir al examen, eres un cuentista. Si vives del aire, eres un cuentista. A mí particularmente me gusta esa idea del cuentista como alguien capacitado para engañar, para simular penaltis. Por otro lado, el autor de relatos no tiene por qué pedir excusas. Acaban de publicarse 10 ó 15 compilaciones de autores con nombre y pegada, como la de Martínez de Pisón en Seix Barral y Felipe Benítez Reyes en Destino. La normalidad deseada es que haya más libros de relatos. Siempre pensamos en la tradición latinoamericana (Cortázar, Borges) pero entre nosotros también ha habido extraordinarios cuentistas como Ignacio Aldecoa y Fernando Quiñones, quien solía ironizar diciendo que, en España, el cuento es Caperucita Roja y el relato, El Aleph de Borges.

-¿Ha vuelto a la novela tras publicar Los príncipes nubios?

-Estoy escribiendo la biografía de Terenci Moix. Llevo más de 300 páginas y están siendo muy fructíferas. Su hermana Ana María me ha dejado acceder a su archivo personal y están apareciendo cosas apasionantes, como el epistolario entre Terenci y Pasolini. Lo cierto es que desde Los príncipes nubios (2003, Premio Biblioteca Breve de Seix Barral) no he publicado ni estoy escribiendo novela alguna. Sí aparecerá en breve una nueva edición en Pretextos de El que apaga la luz, que tendrá 17 relatos, entre ellos la primera versión de Nadie conoce a nadie, que es la que a mí me gusta. Extendí ese relato para convertirlo en una novela [llevada al cine por Mateo Gil y ambientada en la Semana Santa sevillana] que hoy me parece fallida de principio a fin.

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