Cultura

Los guardianes blindan el tesoro

  • La Guardia Civil controla a través del SIVE los yacimientos arqueológicos catalogados. El Golfo de Cádiz es la zona de la provincia que más pecios guarda bajo sus aguas por el tráfico marítimo histórico y su superficie

El verdadero tesoro no se encuentra enterrado en la fina arena de una isla desierta ni asfixiado en una cueva perdida, como la industria cinematográfica siempre ha querido mostrar con películas románticas y cargadas de aventuras. Esa es la ficción de una realidad en la que el tesoro yace bajo el mar, se llama hallazgo arqueológico y en el que la conservación es la clave fundamental.

España y especialmente Cádiz ha sido por historia y localización estratégica un canal marítimo ininterrumpido. El Golfo de Cádiz posee bajo sus aguas más restos arqueológicos que el Estrecho de Gibraltar -600 naufragios se cifran en su bahía- y más fáciles de localizar por asentarse sobre una placa continental que les hace no ganar tanta profundidad. La batalla de Trafalgar, la ruta de las Américas, ser puerto habitual de fenicios y romanos, la mercadería y los temporales de levante que hacían zozobrar a cualquier embarcación conjugan la ecuación perfecta para percatarse del valor de las aguas de la provincia.

La existencia de este patrimonio subacuático y la detección de empresas cazatesoros en la zona han convertido a la Guardia Civil en auténticos guardianes del tesoro a través del Servicio Integral de Vigilancia del Estrecho (SIVE), el Centro Regional de Vigilancia Marítima -que controla el litoral desde Murcia a Portugal- y el Servicio Marítimo.

La Guardia Civil opera en torno a yacimientos conocidos, estableciéndose niveles de riesgo según su profundidad. El capitán jefe del Centro Regional de Vigilancia Marítima, Manuel Ovidio Corredor Sánchez, detalla que aún teniendo un mapa de pecios sobre el que trabajan, los datos no son exactos ya que se conoce lo que ha quedado registrado en los cuadernos de navegación, pero ¿y el resto?.

Las líneas de trabajo de la Guardia Civil son tanto la investigación como la vigilancia. Con el sistema actual se cubren todas las amenazas en el entorno marítimo sobre los que España ejerce soberanía y tiene jurisdicción -hasta 24 millas desde la línea de costa-, así como competencia dentro de los convenios internacionales suscritos y ratificados.

La zona concreta del Estrecho se gestiona desde la sala del SIVE, que cuenta con una cartografía detallada de los yacimientos arqueológicos o naufragios. Vigilar el patrimonio subacuático es una labor más dentro de las habituales contra el narcotráfico o la inmigración ilegal. "Si se ve un barco que anda fondeado en determinada zona que está catalogada y cartografiada, lógicamente se pone la cámara en funcionamiento, se ve qué hace el barco", explica Corredor, de modo que si se perciben detalles susceptibles de analizar se manda a una patrullera del Servicio Marítimo.

Desde el caso Odyssey no han habido más expolios arqueológicos de esa escala. Sí hay "accidentales" o incidentes menores, como el de submarinistas que están de pesca submarina o grupos de buceo que en una excursión detectan un galeón hundido con ánforas y quitan alguna de en medio. De éstos ha habido casos y se han abierto expedientes sancionadores, cuyas multas económicas suelen ser elevadas. Aunque no sólo está el Servicio Marítimo en alerta, también en el puerto cuando llega una embarcación se hacen inspecciones.

España y EEUU ejercen una vigilancia marítima férrea, pero no es el caso de otros países. La piratería existe. Buques pesqueros navegan sobre determinados caladeros porque saben que hay naciones que no ejercen autoridad sobre sus aguas porque no tienen medios. España, gracias al SIVE, ha blindado poco a poco sus aguas en los últimos años para que las amenazas de los cazatesoros sean solo eso, amenazas.

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