ramón soler. flamencólogo

"El flamenco del Campo de Gibraltar vive un momento extraordinario"

  • Es uno de los expertos en el género más relevantes del mundo

  • Vive en Málaga, aunque sigue de cerca a la Sociedad del Cante Grande de Algeciras, a la que está muy vinculado

Ramón Soler, en una fotografía tomada en Málaga.

Ramón Soler, en una fotografía tomada en Málaga. / javier albiñana

Ramón Soler es uno de los más importantes flamencólogos del mundo, pese a que su modestia le impida reconocerlo. Autor de centenares de artículos, libros y publicaciones, preside la Fundación Antonio Mairena. Es sobrino de otro grande del estudio de lo jondo, Luis Soler Guevara. Afincado en Málaga aunque vinculado desde niño a la Sociedad del Cante Grande de Algeciras, Ramón Soler mantiene una actividad incesante en favor del flamenco.

-Uno de sus más recientes trabajos fue coordinar a los cuatro autores de la biografía Canela de San Roque, por el hablar de la gente. ¿Cómo fue la experiencia?

-Ha sido muy enriquecedora porque veía, casi desde fuera, lo que hacían y aportaban todos. Mi tarea era organizar los contenidos y a veces hacer un poco de censor (ríe). Me llegaban cosas que o se repetían o eran demasiado amplias…Había que propiciar un buen clima para convencerlos y hacer de abogado del diablo por el bien común.

-Usted lleva en el flamenco desde niño ¿Cuál es su primer recuerdo de Canela, cuándo lo conoció?

-Uff, son muchísimos recuerdos. Lo conocí sobre 1985 u 86, fueron 30 años de relación con él.

-¿Y coincide con lo que se dice de que al final vivió su mejor momento como cantaor?

-No, creo que, en los dos últimos años, ya no por culpa de la enfermedad. Yo me referiría a los últimos diez o quince años. Bien ha estado siempre, pero la verdad es que estuvo muchos años deudor de los concursos y eso te hace ver el cante de otra forma. Luego ya no estuvo en ellos y es cuando su arte se sintió más libre y con más soltura.

-Parece entonces que los concursos pueden ser algo negativo en la trayectoria de un cantaor.

-En algunos casos, sí. Y en mi opinión pudo pasar eso en el caso de Canela, sí. Como él tenía su trabajo y el flamenco era una segunda cosa, iba a los concursos porque necesitaba cantar. Y si ganaba -que solía ganarlos porque era de los mejores- pues llevaba un dinero a su casa. Estuvo demasiado tiempo en los concursos y se podía haber salido antes, pero claro, él quería tener una seguridad para su casa como era normal. Ha cantado bien en los concursos y fuera de ellos aún mejor por esa libertad.

-¿Qué trae entre manos ahora un estudioso como usted?

-Ahora sale publicada la obra completa de Antonio Chacón. He colaborado analizando sus cantes para la colección de discos de Carlos Martín Ballester (presidente del Círculo Flamenco de Madrid y uno de los autores de la biografía de Canela). Salen el libro con 288 páginas y tres compactos con 57 cantes. Va a ser algo muy importante para la afición. Se presentará el 23 de febrero en el Círculo. Es un trabajo que ha sido posible gracias a instituciones madrileñas, andaluzas y la federación de peñas. Escribe José Manuel Gamboa, que se centra en los herederos de Chacón. También Martín Ballester, quien habla del sonido y las placas grabadas en su tiempo. Guillermo Castro explicará el toque y acompañamientos y yo los distintos estilos con Manuel Ruiz como prologuista.

-¿Cómo ve desde Málaga el flamenco del Campo de Gibraltar?

-Vive un momento extraordinario. El Campo de Gibraltar siempre ha sido una comarca de primera magnitud flamenca, no suficientemente reconocida. Es algo de lo que hablan los autores en el libro, donde reivindican esta zona como un centro cantaor de primer orden con figuras como Paco de Lucía, Chaqueta, Corruco, Canela, Jarrito, Chaquetón, Pansequito, Chiquetete, Pepe de Lucía y Ramón de Algeciras… En fin. Desde fuera se ve como una comarca con gran chispa, la familia de Canela, los Pañeros, Luis de Mateo, la familia Peralta... Hay una serie de artistas jóvenes muy importantes que provienen de casas cantaoras porque de éstas sigue habiendo en el Campo de Gibraltar.

-José El Pañero dijo en estas páginas que las casas cantaoras son enciclopedias del flamenco.

-Claro, es así. Y esta comarca ha sido conservadora, en el buen sentido, por mantener la llama del cante en familia como lugar desde el que crecer después. Así lo han hecho grandes y rompedores artistas como El Lebrijano. El cante de raíz y puro lo tienen en vena.

-Sospecho que ha disfrutado mucho el libro de Chacón.

-Sí, muchísimo. He aprendido en cantidad de este gran maestro del cante. A medida que uno escribe, reescribe y escucha los cantes, que entran por los poros de tu piel, aprendes a sacar e investigar y absorbes nuevos conocimientos. Lo disfruto mucho.

-Seguro que tiene más cosas en cartera.

-Sí (ríe). Presentamos también en la bodega malagueña El Pimpi un disco de Andrés Lozano, cantaor de Manilva, que he dirigido artísticamente con acompañamiento de la guitarra de Antonio Soto y que va sobre cantes del siglo de oro. Lozano es muy querido en La Línea. Contiene letras de autores de esa época adaptadas al flamenco: Cervantes, Lope de Vega, también otros anónimos y tradicionales. Andrés es un cantaor con una voz muy personal.

-Los aficionados estamos de enhorabuena, es un buen momento en general. ¿No?

-Me gusta distinguir entre el flamenco mediático, con los intérpretes que están siempre en los medios, y el que quizá nos interesa más a otros aficionados, que es el de los artistas menos conocidos pero que nos llegan más porque tienen su cante más enraizado. El cante de primera división, el de mayor vista al gran público, está a un gran nivel. En el segundo tipo, hay muchas soleras que se están secando aunque no sea lo que ocurre en el Campo de Gibraltar.

-Pero en este segundo tipo minoritario hay gran emoción.

-Eso es. Los pocos o menos que hay son cantaores de una calidad excepcional. Aquí cito a Fernando y José Canela, Perico y José El Pañero, integrantes de familias enamoradas y muy conocedoras del flamenco como las hay muy pocas fuera del Campo de Gibraltar.

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