Crítica de Cine cine

Una cita con la Historia

Tika Sumpter y Parker Sawyers, como los jóvenes Michelle y Barack Obama.

Tika Sumpter y Parker Sawyers, como los jóvenes Michelle y Barack Obama.

Michelle y obamaHHHHH

Biopic romántico, EEUU, 2016, 80 min. Dirección y guion:Richard Tanne. Fotografía: Patrick Scola. Música: Stephen James Taylor. Intérpretes: Parker Sawyers, Tika Sumpter, Vanessa Bell Calloway, Taylar Fondren, Donald Paul.

La era Obama se cierra con una proliferación de productos culturales que cristalizan desde el discurso del orgullo de raza uno de los periodos más ilusionantes de la historia reciente norteamericana que se ha visto drásticamente truncado con la victoria de Donald Trump en las últimas elecciones presidenciales. Aún sin perspectiva suficiente para valorar el alcance real, las luces y las sombras de este mandato, muchas de estas películas y documentales ponen en su epicentro la cuestión negra para la revisión político-social, cuando no afrontan directamente el retrato biográfico del líder carismático como figura mítica responsable de un impulso no siempre correspondido con las acciones y las circunstancias.

A la espera de Barry, el filme de Netflix sobre sus años universitarios en Nueva York, Michelle y Obama busca precisamente anclar y humanizar el origen (literal) de esa pareja presidencial que no sólo ha traído aires nuevos a la Casa Blanca sino que parece haber servido de referente ejemplar a las nuevas generaciones. Y ese origen está en 1989, en Chicago, en los barrios y la comunidad negras donde ambos se conocieron, barrios y calles por los que caminan entre conversaciones de aire trascendental y teleológico y un elegante flirteo propio de la gente bien educada, aunque entre medias Barack se eche sus cigarritos y ella se tome su helado de chocolate.

La cinta de Richard Tanne responde así a la doble voluntad de humanizar a los líderes de la nación al tiempo en que proyecta en sus personajes ese espíritu visionario y reformista que ha caracterizado el discurso oficial de su mandato, como si en aquellos brillantes veinteañeros compañeros en un bufete de abogados pudiera percibirse ya el aliento y la pureza, la determinación, la inteligencia, la oratoria y el empuje de quienes estaban destinados a llevar las riendas del país más poderoso del mundo.

La operación tiene un cierto tufo de telefilme santurrón, didáctico (la visita al museo, a los lugares simbólicos, la asamblea en la iglesia, etc.) y políticamente correcto, y las interpretaciones de Sawyers y Sumpter algo de casting de parecidos razonables. Con todo, en su explícita condición de semilla de futuro, a esta Michelle y Obama se le ve demasiado la operación maquilladora, el perfil mesiánico del futuro presidente frente al carácter poderoso de su futura esposa, la imagen de una Norteamérica cargada de promesas simplificada en bonitas palabras y paseos al atardecer y visitas a cines donde proyectan Haz lo que debas, de Spike Lee. Todo parecía estar predestinado, menos el fracaso.

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