Cultura

Para bailar soñando

  • Ultra High Flamenco abunda con su segunda entrega en su apuesta por un flamenco estrictamente instrumental

Ultra High Flamenco. Producido por UHF. Nuba Records/Karonte.

La apuesta, fuerte, de esta formación, ahora reducida a cuarteto en su segunda entrega, es el flamenco instrumental. Para ello han de prescindir de las brillantes colaboraciones que hoy son el pan nuestro de cada día en la escasa discografía flamenca. Y, por supuesto, de la presencia de la voz flamenca, un elemento tan clave en la identidad de este arte. Por el contrario, Ultra High Flamenco es una apuesta por la melodía pura, sin concesiones a la palabra ni a la voz natural humana, ya que se trata de una formación de tres instrumentos de cuerda, violín, guitarra, contrabajo, y percusión. La melodía cantable marca por tanto Nuestra sfera, primera de las composiciones de José Quevedo incluidas esta obra, en donde no faltan los acentos swing. Sin embargo, la gracia de este conjunto es que da igual que el que firme las composiciones sea el guitarrista, como en este caso, el violinista o el contrabajista. La austeridad de este último instrumento encuentra su contrapunto en el colorido virtuosismo de Alexis Lefevre: son de hecho estos dos instrumentos los protagonistas de las variaciones del tema que comentamos, una entrega remolona y solar, contemplativa, a ritmo de bulerías. Más reticente, más demorada aún, resulta en su arranque la seguiriya A Manuel Torre en la que la guitarra se estiliza hasta, casi, la transparencia, siendo, no obstante, la principal protagonista melódica, convenientemente replicada y apoyada por el contrabajo y el violín. Bolando, bulerías por soleá, apela a los mismos valores con un resultado aún más logrado: lirismo, intimismo, con los temas expuestos mayoritariamente en la tesitura aguda y con guiños en la guitarra y el violín a las músicas instrumentales mediterráneas, a los cultos solares ribereños: sin duda la pieza más brillante, emotiva y pujante, del disco. La cuarta entrega de José Quevedo El Bolita, unos tanguillos titulados Baratita, tiene un tema muy corto y de gran fuerza rítmica, que se serena en las variaciones del violín, la guitarra, el contrabajo y de nuevo la guitarra.

Los dos temas que firma Alexis Lefevre vienen con el marchamo del tango aunque el primero, en tono mayor, es un canto de afirmación vital como afirma su propio título Positango. Buenas, serenas y atmosféricas vibraciones. De lo mejor de esta obra junto a Bolando. La tanguirera, con el mismo ritmo de bas, es una descarga más dramática, con una variación en pizzicato y otra a cargo de la mandola del propio Bolita. OFNI tiene mucho de bulería, sin serlo completamente: en realidad, como su propio nombre indica, se trata de un Objeto Flamenco No Identificado. El Republicanon firmado también por Pablo Martín, es un tango de carretera, una road movie porteña que apela a la miel del contrabajo y el violín, que hasta se llega a desperezar como instrumento polifónico, pero que se sustenta en un soporte rítmico brutal. Como casi todo el disco, que tiene en el cajón de Paquito González un sostén imaginativo y enérgico, y que en El Republicanon encuentra además su ocasión para el lucimiento solista con un par de variaciones de percusión.

Bipolar aúna la frescura y el ímpetu de lo jondo con la serenidad y el frío virtuosismo característico del jazz contemporáneo. Incluye un par de composiciones brillantes. Una obra para bailar o soñar o para bailar soñando.

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