Cultura

"Soy un actor promesa"

  • Galán, histriónico, sincero y divertido, el veterano intérprete sanroqueño recibió ayer un homenaje en Alcalá de Guadaíra

A punto de cumplir los 69 años, el sanroqueño, que acaba de meterse con éxito en la piel del golpista Alfonso Armada en la miniserie de TVE sobre el 23-F, recibió ayer el homenaje del Ciclo de Cine Andaluz de Alcalá de Guadaíra. "No es un homenaje personal sino un reconocimiento al cine que hacen los andaluces", matiza.

-¿Quiénes son esos andaluces?

-Aquí hay una saga de actores y directores jóvenes que forman una nueva generación. El cine andaluz no es un cine con características andalucistas porque Andalucía siempre ha tenido un sentimiento universal. Mencionar a uno no sirve para nada, porque esta industria no se hace con un solo personaje, es la suma de todos: Antonio Banderas, María Barranco, Juan Diego... junto a la continuidad de las nuevas generaciones.

-¿Qué significación tiene el Oscar de Penélope Cruz para el cine español?

-Bueno... (medita).

-Si es que tiene alguna...

-Yo tengo dos Goyas, he sido nominado cinco veces, tengo el Premio de la Unión de Críticos de Nueva York por El Quijote... A mí me parece que el gran premio para una actriz como Penélope es estar ahí: tener pasado, presente y un gran futuro. Algo que en mi caso es parecido. Me considero un actor con futuro, un actor promesa. Si el final de la carrera de Penélope es tener el Oscar no vale para nada. Yo tuve un contrato en Hollywood, caí enfermo en su día y no hice el recorrido por aquellas tierras... En cambio, he hecho otro recorrido.

-Me sorprende que se considere un actor promesa.

-Lo digo de verdad, porque creo que mi madurez actoral está aquí y ahora. La película que estoy rodando ahora mismo, Asesino a sueldo en Barcelona con Assumpta Serna, mi preparación de El avaro de Molière para el teatro y las películas pendientes de mi incorporación esperan de mí esa madurez actoral. Y no podría haberla alcanzado sin la madurez emocional que he adquirido recientemente gracias a mi mujer, María (Elías)[su compañera sentimental desde hace nueve años, además de su secretaria ].

-Esperpentos de Valle Inclán; El Quijote, El Rey Lear y ahora Molière. Se lleva especialmente bien con los clásicos.

-No estuve muy de acuerdo con mi personalidad juvenil. Sufrí ese complejo edípico que me hizo estar insatisfecho con mi comportamiento vital durante mucho tiempo. No me sentía bien dentro aquel galán de patillas, pantalones campana y camisas de colorines. Seguramente las mujeres de mi época pensarían que era un buen ejemplar, pero me sentía triste. Estoy ya en los clásicos porque mi mirada camina para lo que creo que es lo más hermoso de la vida: cambiar conductas, no reafirmar egos.

-Un reportaje titulaba hoy (por el martes) El teatro renace.

-Estaba leyéndolo hace un rato. Hablaban mis amigas Aitana Sánchez Gijón, Maribel Verdú, que empezaron conmigo... Todos opinan como yo: el teatro es el espacio donde el actor proyecta su máxima expresión.

-O sea que no cuenten con usted para cameos televisivos.

-A mí es que la palabra cameo me suena a mamoneo. No tengo edad ya para mamonear. Necesito personajes que tengan planteamiento, nudo y desenlace y no una aparición mamona previo pago.

-Sigue fiel a su estilo de decir las cosas a las claras.

-El recorrido de un hombre que tiene 69 años no puede ser más que el recorrido de la sinceridad y el deseo de morir con dignidad. Somos una cadena de vida y muerte, no el ombligo del mundo.

-El 7 de mayo viene al Lope con la obra Humo, ¿quiénes son hoy los vendedores de humo?

-Los políticos de turno. Yo no he visto un gallinero tan torpe. En vez de ofrecer soluciones y construir, ocupan su tiempo en destruir.

-¿Y qué veremos en Humo?

-Es una obra netamente andaluza: el autor Juan Carlos Rubio es cordobés; Kiti Manver, malagueña; Bernabé Rico, sevillano; Gemma Giménez, de Almería y Juan Luis Galiardo, gaditano. Con la excusa de esa terapia contra el tabaco, Humo propone una revisión de las adicciones más fuertes para el ser humano, que se resumen en la mentira. Nos construimos mundos de falacia para defendernos del miedo. Somos adictos a la fabricación de pantallas que nos defiendan de la verdad.

-¿En su vida ha habido muchas adicciones?

-Sí. Demasiadas, diría yo. La más fuerte fue a mi madre, que la perdí y no supe situarla en la realidad que era la muerte. A partir de ahí construí en mi vida grandes adicciones y apegos que son las trampas del ser humano. Como dijo el gran poeta Machado: "Al fin ligero de equipaje hay que marcharse como los hijos de la mar". Y sin embargo nos llenamos de equipaje. He sido adicto a las mujeres y al juego por falta de autoestima. Y adicto a la mentira, de la que tuve que salir con una terapia profunda con (los psiquiatras) Manuel Trujillo y Luis Rojas Marcos. Tuve muchas adicciones y cada día quiero tener menos.

-¿Y su mejor papel?

-El más redondo es el del caballero Don Quijote. Tiene fragmentos de El Chepa, de Turno de Oficio; del don Juan de La Regenta, del Tenorio de Don Juan, mi querido fantasma y de los Esperpentos de Valle Inclán... Y aún creo que mis mejores papeles están por venir. El avaro de Molière dará que hablar.

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