letras

Vencedores y vencidos

  • Harper Collins publica 'Dunkerque' de Joshua Levine, una crónica detallada de los hechos narrados en el último largometraje de Christopher Nolan

Fotograma de la película de Christopher Nolan.

Fotograma de la película de Christopher Nolan. / G.H.

Los hechos históricos, expuestos por Joshua Levine con rigor y claridad ejemplares, son los que siguen: en septiembre de 1939, tras declarar la guerra a Alemania, Inglaterra envió tropas a Francia en el empeño de detener la todopoderosa maquinaria bélica germana. Durante varios meses, los soldados británicos vivieron lo que los historiadores han llamado una "guerra falsa"; un tiempo dedicado a la defensa, sin ningún contacto con el enemigo. Esta tregua se rompió definitivamente el 10 de mayo de 1940: Alemania invadió Holanda y Bélgica, y las Fuerzas Expedicionarias Británicas ocuparon las posiciones que les habían sido asignadas en suelo belga. Ante el riesgo cierto de quedar empantanados en una guerra de trincheras, el ejército alemán llevó a cabo una acción ofensiva sin precedentes caracterizada por un despliegue de medios y una velocidad de avance apabullantes. Los carros de combate Panzer, con la ayuda inestimable de la Luftwaffe, abrieron una brecha en las líneas aliadas y entraron en Francia como la riada que todo lo arrastra. Las tropas británicas recibieron la orden de replegarse hacia el Norte. No fue una medida afortunada, como no tardaron en comprobar.

El repliegue se hizo a marchas forzadas y de manera desordenada. Los soldados en retirada se sirvieron de lo que buenamente tenían a mano para desplazarse: camiones, tractores, bicicletas o caballos; Joshua Levine habla de que incluso se utilizaron vacas lecheras como monturas. Las vías de escape fueron poco a poco cerrándose y a las tropas en desbandada (ingleses, franceses, belgas) sólo les quedó una salida: la ciudad portuaria de Dunkerque. En la segunda mitad de mayo empezaron a llegar a Dunkerque una ingente cantidad de soldados exhaustos, maltrechos, hambrientos, desorientados, enfermos, heridos, en estado de shock… El anecdotario recopilado por Levine es, en todos los sentidos, abrumador: Se cuenta el caso de un soldado cuyo uniforme "estaba tan sucio y deteriorado que había perdido por completo el color, […] sus pies y sus calcetines se habían fundido en un amasijo de sangre y algodón". Algunos se comieron las correas de cuero del propio casco para engañar el hambre y otros arriesgaron y perdieron la vida buscando algo que llevarse a la boca. Hubo quien intentó ser útil arrimando el hombro allá donde hacía falta y quien gastó sus últimas energías en los burdeles de la ciudad. Otros enloquecieron y se adentraron en las aguas del Mar del Norte decididos a escapar a nado de aquel infierno. Dunkerque no era un lugar seguro. La aviación alemana hacía continuas incursiones lanzando bombas o disparando contra todo y contra todos, contra las embarcaciones en la costa y contra los soldados en la orilla. Algunos días, los ataques aéreos se produjeron con una cadencia de treinta minutos. En torno a tres mil quinientas personas dejaron la vida en el mar o en las playas de Dunkerque en aquellos días.

El cine se interesó por estos hechos desde fecha temprana con 'La señora Miniver'

El 21 de mayo, la Oficina de Guerra inglesa emitió una circular para disponer una evacuación a gran escala a través del Canal de la Mancha, que recibiría el nombre de Operación Dinamo, que es el núcleo central de la última película de Christopher Nolan. El Ministerio de Transporte se ocupó de buscar toda clase de embarcaciones útiles, desde cargueros a barcas de recreo; según las primeras estimaciones, estaban preparados para transportar treinta mil hombres en un plazo de veinticuatro horas. Se quedaron cortos. Para el 26 de mayo, fecha oficial del inicio de la operación, casi veintiocho mil personas habían sido enviadas de vuelta a Inglaterra. Y no habían hecho más que empezar. El 30 de mayo, la cifra de evacuados superaba los ciento veinticinco mil soldados, una cantidad muy superior a los cálculos más halagüeños. La colaboración de la ciudadanía fue decisiva. El 31 de mayo llegó a las costas francesas "una procesión de barcos de cabotaje, lanchas, gabarras, botes salvavidas, barcazas, pataches, pesqueros, barcas a motor, esquifes, pinazas, lanchas de salvamento, remolcadores, yates y Dios sabe qué más", escribe Levine. Para el 4 de junio habían logrado evacuar a trescientos cuarenta mil soldados aliados.

La Operación Dinamo fue un hito decisivo en el curso de la II Guerra Mundial; como es fácil de deducir, el curso de los acontecimientos habría sido muy distinto en el caso de que este contingente hubiera sido aniquilado o reducido. Hay momentos en los que el simple hecho de no claudicar debiera entenderse como una victoria, de ahí que los soldados rescatados, que volvían a casa con la sensación de haberle fallado a su país, fueran recibidos como grandes héroes. Eran vencedores y vencidos al mismo tiempo. La evacuación acabó convirtiéndose para los ingleses en un ejemplo de cómo sobreponerse a la adversidad. El llamado Espíritu de Dunkerque -"que surgió como una respuesta al miedo y una alternativa a la evasión", según Levine- se ha seguido invocando en los contextos más azarosos, algunos de ellos peliagudos. En 2016, en vísperas del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, el llamado Brexit, el Espíritu de Dunkerque se convirtió en una consigna para quienes siguen viendo el continente como tierra hostil.

A pesar de su importancia histórica, la evacuación de Dunkerque ocupa un lugar secundario respecto a otros capítulos de igual relieve en el marco de la II Guerra Mundial. El cine se interesó por estos hechos desde fecha temprana -estaba presente ya en el melodrama de William Wyler La señora Miniver (1942)-, pero luego ha vuelto a ellos en busca de inspiración muy de tarde en tarde; podríamos citar Dunquerque (1958), una producción británica dirigida por Leslie Norman, Fin de semana en Dunkerque (1964), una producción franco-italiana al mando de Henry Verneuil, o De Dunquerque a la victoria (1979) del todoterreno Umberto Lenzi. No es mucho. Este vacío fue precisamente lo que llamó la atención de Emma Thomas, que le propuso a Christopher Nolan, su marido, por qué no hacer una película sobre el tema. A él le pareció bien, se puso manos a la obra, y la semana que viene estrena su película. Todavía no podemos pronunciarnos sobre el film. El libro de Joshua Levine, por su parte, es magnífico.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios