Cultura

Triste adiós de Pepín Liria a la plaza de Las Ventas

  • El diestro fue ovacionado en su lote, quedando sin embargo en blanco los otros dos integrantes de la terna, Luis Francisco Esplá y Paúl Abadía 'Serranito'

Pepín Liria, en temporada de despedida, dijo triste adiós a la plaza monumental madrileña de Las Ventas, sin haber podido cuajar en la corrida un triunfo para el recuerdo. Ni él ni sus compañeros de terna. Tarde gris en muchos aspectos, y no sólo por la antipática climatología. Fundamentalmente fallaron los toros de la ganadería titular. Pero con los dos sobreros que se lidiaron por delante no hay disculpa, incluso se podría repescar el samuel que hizo tercero. Hubo por tanto, uno para cada uno, y no pasó nada destacable. Aunque lo menos agradable sin duda fue el adiós a la carrera de Pepín Liria a esta plaza precisamente en ese contexto. Se merecía otra cosa el toreo de Cehegín, que al cabo de tantas tardes jugándose la vida sin trampa ni cartón (quince años va a hacer en septiembre que tomó la alternativa) se va de la profesión sin el deseado triunfo de la Puerta Grande en Las Ventas.

La corrida no dejó más poso que ese recuerdo de la despedida de Liria, recibido y despedido con sendas y muy cariñosas ovaciones. Sólo eso.

Contra los toros de Samuel Flores hay que decir que les faltó casta y fuerzas, y les sobró mansedumbre. Llevaba cuatro años sin lidiar una corrida esta ganadería en Madrid, y a la vista del resultado de ésta es posible que le den otras vacaciones.

Los sobreros fueron otro cantar.

El que hizo primero, de Fernando Peña, se desplazó por los dos pitones, aunque con los problemas de la bravura, es decir, exigiendo que se le hicieran las cosas bien. Pero Esplá, salió del paso en banderillas tirándolas sobre el toro de cualquier manera -en el cuarto ni siquiera tomó los palos-, estuvo arrugado, retrocediendo innecesariamente entre pases. Así perdió fijeza el toro, que terminó punteando más de la cuenta de tanto como se dejaba enganchar el torero. El cuarto fue toro complicado. Y aquí citó Esplá siempre fuera de cacho, otra vez inseguro y entre enganchones. No es que fuera gran cosa el toro, pero el tendido le demandó al torero mejor actitud. Y desde el tendido salieron improperios y frases de censura francamente desagradables, por primera vez contra este torero tan idolatrado en Madrid.

Al murciano Pepín Liria le tocó también un primer toro, el del Jaral, que tomaba los engaños con prontitud y cierta boyantía. El hombre quiso aparentemente, pero demasiado acelerado y cortando las series antes de tiempo. Dos muletazos y el de pecho o uno de trinchera. Por un momento se relajó más, pero ya fue tarde. En definitiva, muchas y notables desigualdades.

El último toro que estoqueó Liria en Madrid, el quinto, no valió la pena, sin humillar y con el viaje demasiado corto. Hubo un ligero proyecto de faena antes de machetear por la cara según procedía. Y la ovación del adiós. Madrid esperaba otra cosa, y Liria hubiera querido dársela.

Serranito, con un toro a menos, ídem de lo mismo en la faena. Fue en el tercero. Algún pase bueno suelto, aunque sin rematar. Y el sexto, que ya en las probaturas hizo ademán de rajarse, tampoco colaboró, saliendo de los muletazos distraído y sin intención de repetir. Vaya tela de tarde.

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