Cultura

Tremendismo y western-ficción

Contra todo pronóstico, y bajo la sospecha de un posible pucherazo localista en el pasado Festival de Málaga (la película está avalada y co-producida por el malagueño Antonio Banderas), donde la película obtuvo la Biznaga de Oro, 3 días se aparta sin embargo de cierta tendencia del cine de género made in Spain empeñado a toda costa en imitar las formas y modos de un cine norteamericano tan estandarizado como impersonal.

Alejado, por tanto, de las propuestas de Filmax/Fantastic Factory o de la aséptica pulcritud imitativa de Bayona, Amenábar y compañía, el debutante F. Javier Gutiérrez demuestra haber sabido asimilar su palpable cinefilia para diluirla en un relato apocalíptico que pronto asume una interesante deriva multigenérica que lo lleva a cruzar el tremendismo andaluz con el western y la ciencia-ficción, a lo que hay que añadir los homenajes más o menos velados a títulos como La noche del cazador, de la que la cinta asume una cierta estética de la crueldad, o Vértigo, que le presta al personaje protagonista (un sorprendente Víctor Clavijo) algunos rasgos carenciales.

De la mezcla de todos esos elementos, géneros y referencias surge una película que afronta los últimos días de la existencia desde el terruño, a pie de campiña abrasada por el implacable sol del verano y una fotografía saturada y amarillenta. Igualmente interesante resulta la focalización narrativa del filme, que deja fuera de campo con bastante astucia y economía de medios todo aquello que una producción de estas características nunca hubiera podido abarcar, para trazar un ambiente apocalíptico low-fi que, aun en sus hechuras de esforzado cortometraje, acaba por hacerse palpable y creíble.

El conflicto se instala así en el seno de una familia de vagas reminiscencias lorquianas (ahí está esa abuela-madre que interpreta Mariana Cordero para certificar la filiación) que espera el fin del mundo en forma de venganza bíblica de crónica de sucesos, una venganza encarnada en el anunciado regreso de un asesino fugado de la cárcel que tiene cuentas pendientes con el clan y que sirve en bandeja los materiales para un duelo final de dimensiones bíblicas.

Gutiérrez asume con valentía y aplomo los deslices argumentales -véase la muy prescindible trama amorosa- de su propuesta y los disimula con un poderoso estilo visual empeñado en sacar petróleo de cada encuadre, unos con más tendencia al cliché (de género) que otros, pero con una indudable demostración de talento para construir la fuerza del relato desde las posibilidades plásticas, incluso poéticas, de la imagen y no tanto desde las habituales ataduras del guión.

3 días se ve así con sorprendente interés y sin excesiva fatiga a pesar de sus limitaciones e ingenuidades (las propias del género), emerge como una propuesta insólita en el cine español de género con su hibridación de elementos y proporciona una más que resultona tarjeta de visita (suponemos que es de lo que se trata) a su director para continuar su carrera no muy lejos de donde reside su padrino.

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