Cultura

Tarifa elaborará una carta de riesgos arqueológicos para proteger su patrimonio

  • El Ayuntamiento ordena el procedimiento de contratación de un experto para que la realice a la mayor brevedad posible

Dos días después de que las obras de rehabilitación en el barrio del Moral -en pleno casco histórico de Tarifa- revelasen la presencia de unas estructuras que podrían ser anteriores al siglo XIII, el alcalde de la localidad, Miguel Manella, anunció ayer que el Ayuntamiento va a asumir en las próximas semanas la realización de una Carta de Riesgos Arqueológicos.

Se da la circunstancia de que dicho compromiso fue planteado por el primer edil y el concejal de Cultura, Javier Mohedano, a la delegada provincial del área en el transcurso de una reunión mantenida el pasado miércoles, por lo que la decisión estaba ya tomada antes de este hallazgo, como ha querido dejar claro Manella.

"La contratación de un arqueólogo para realizar dicho estudio es un propósito que asumimos para este nuevo mandato y para el que la semana pasada solicitamos financiación a la consejería de Cultura", señaló el alcalde. "La aparición de estos restos, a la espera de lo que revelen los estudios, no hace sino reforzar esta necesidad en un municipio que, como Tarifa, posee una historia milenaria y un riquísimo patrimonio monumental".

En este sentido, el regidor ha dado ya órdenes a los servicios municipales para que inicien el procedimiento de contratación de una persona con titulación en arqueología, a fin de poner en marcha, a la mayor brevedad posible, una Carta de Riesgos que se plantea como medida necesaria para cuidar e impulsar el patrimonio del municipio.

Las obras de mejoras del barrio Moral, uno de los más antiguos del casco antiguo tarifeño, habrían revelado un descubrimiento excepcional. Y es que a pesar de que los documentos históricos hablan de la existencia del arroyo de Papel o de Angorrilla, que entraba en el casco antiguo tarifeño a través de la Puerta del Retiro y desembocaba en lo que es hoy día el cerro de Santa Catalina, y de sus puentes y sus pasaderos, lo cierto es que su antigüedad está por encima de los documentos gráficos que se conservan del casco histórico, por lo que su trayectoria es simplemente imaginada.

Sin embargo las obras de mejoras en el pavimento en las cercanías de donde se levantaba la Puerta del Retiro pueden arrojar luz sobre la fisonomía tanto de la antigua puerta como de los puentes que salvaban de orilla a orilla el arroyo que dividía intramuros y que fue desviado de su curso en 1887, tras varias epidemias que amedrentaron a la población de la época y culpó de la insalubridad al paso de las aguas por mitad de la ciudad.

Marcos, un joven polaco asentado en la localidad y amante de la fotografía y de su historia, se fijó en el socavón que se había practicado para las obras y creyó reconocer parte de lo que podría ser la bóveda de cañón de soporte de uno de esos puentes o quizás, el arco por cuyo interior transcurriría en su día el cauce del citado arroyo, salvando así unas de las tres antiguas puertas de la ciudad. El joven avisó entonces a Francisco Terán, joven historiador local, y juntos practicaron una limpieza de los lodos que inundaban el socavón, lo que reveló que en efecto podría ser uno de los más de diez puentes que salvaban el antiguo arroyo.

Así, en principio y a falta de un mayor estudio posterior, se adivina lo que parece ser el arranque del puente o en su defecto del arco por donde transcurría el agua del arroyo. Una obra que podría datarse anterior al 1270.

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