Cultura

De la Rosa rescata el mundo heroico y canalla del boxeo en 'Guantes de Seda'

  • Algaida publica la nueva novela del escritor sevillano, ambientada en la Barcelona de posguerra · Para su personaje principal, el autor se ha inspirado en Luis Romeo, campeón de Europa de los pesos gallo

Aunque reconoce que el boxeo atraviesa sus peores momentos, el escritor Julio Manuel de la Rosa (Sevilla, 1935) ha rescatado el mundo heroico de este deporte de los años 40 y 50 en Guantes de seda (Algaida), novela ambientada en la Barcelona canalla de la posguerra. Su protagonista, en la vertiente pugilística, está inspirado en el boxeador Luis Romero, campeón de Europa de los pesos gallo que disputó el mundial de los pluma. "Era zurdo y veía el boxeo al contrario, tenía una pegada demoledora, pegaba como un peso medio, pegaba con tal potencia que los huesos de la mano se le rompían, era valiente, y un fajador", evoca el escritor.

El resto del personaje es pura invención, hasta el punto de que cuando sale del gimnasio, cuando abandona el cuadrilátero, es un travestido que imita las formas y la voz de Concha Piquer por los antros barceloneses de los 40, acompañado por sus incondicionales, "un escuadrón de la madrugada, compuesto de cantaores, policías, bailarines y prostitutas".

El escritor ha querido retratar la época de los combates épicos entre Luis Romero y el estilista Luis de Santiago, discípulo del gran Ignacio Ara, al que por su finura técnica llamaban "el catedrático de las doce cuerdas", porque sobre el ring eran dos concepciones opuestas del boxeo, dos maneras de entender y enfrentarse a la vida. "El boxeo es un deporte hermoso, terrible", según De la Rosa, quien no tiene miedo a pecar de incorrección política. "Yo viví un boxeo que no era sucio, nunca había apuestas y el mayor tongo era enfrentar a un boxeador con otro inferior", explica.

"Me interesa el boxeo como le interesaba a mi maestro Aldecoa, que acaba un relato cuando suena la campana; me interesa la segunda lectura de ese mundo, lo oculto, la ambición de unos muchachos que se quieren redimir y, a la vez, redimir a sus familias", señala el escritor para admitir que ese mundo ya no existe. "Joe Louis y Ray Sugar Robinson ya están muertos", se lamenta.

"Hace 40 años cualquier hombre de la calle sabía quién era el campeón de los pesos pesados; ahora yo no lo sé, porque hay cuatro o cinco", señala De la Rosa, quien muestra su orgullo por haber publicado hace poco más de un año un relato de boxeo -La irresistible carrera de Antonio López- en la Revista de Occidente.

Además de a boxeadores, Guantes de seda rinde homenaje a escritores que también fueron legendarios cronistas, como Manuel Alcántara, decano de los columnistas españoles, que sale en la novela como "el periodista Alcántara" cubriendo un combate que nunca vio, y Fernando Vadillo, que sale como "Juan Vadillo". "Todavía recuerdo la crónica de Alcántara del combate en Tokio de Pepe Durán y la que Vadillo hizo en Londres en la primera defensa del título de Luis Romero, cuando contaba que peleaba plegado como una navaja albaceteña mientras tiró 15 veces a la lona a un descendiente de John Sullivan", dice De la Rosa de unas crónicas que, según José Luis Garci, fueron pioneras del Nuevo Periodismo.

De la Rosa ha hecho esta novela, que va más allá de su vigésimo título, para "librarme de la fatiga" de novelas anteriores, como las inspiradas en Pessoa y Arias Montano, que le supusieron "una labor de documentación muy dura". En breve se reeditará la obra que le valió el Premio Sésamo en 1971, Fin de semana en Etruria, pero sin los cortes de la censura, que ahora se verán, explica, con una raya en medio, "como tachados a lápiz".

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