Cultura

Prohibido no morirse de la risa

  • El grupo Les Luthiers convierte el espectáculo que ofreció anoche en Algeciras en todo un alegato contra la tristeza · El público, que abarrota el pabellón, responde con una ovación de gala al final

Apenas si comenzó la narración del primero de los temas de la noche, El sendero de Warren Sánchez (salmos sectarios) y ya el público comenzó a reír. Casi dos horas después, las 2.000 personas que abarrotaban el pabellón Ciudad de Algeciras seguían haciéndolo, aunque puesto en pie y tributando al grupo una cerrada ovación de esas que hacen historia y que demuestra lo bien que se han quedado todos después de no parar de carcajearse durante todo el espectáculo.

La actuación de Les Luthiers fue creciendo en intensidad poco a poco. Su tema La balada del 7º Regimiento (canciones en el frente) fue toda una lección de lo que se puede hacer desde la simplicidad y desde el humor. Después, cuando atacaban su Cantata del Adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en Tierra de Indias, de los Singulares Acontecimientos en que se vio envuelto y de Cómo se Desenvolvió, tuvieron que improvisar sobre la marcha porque la simple titulación del tema ya llevó al alborozo al público. Desde ese momento, los cuatro temas que interpretaron hasta el final fueron delirantes, sobre todo San Ictícola de los peces o La hora de la nostalgia en el que prima el texto sobre la música y que provocó la interrupción a base de aplausos del público en muchos de sus intensos momentos.

Un espectáculo total el de Les Luthiers, grupo por el que parece que no pasan los años. Un espectáculo con mayúsculas y con el acento puesto en su capacidad de sorprender, de improvisar y de hacer reír, uno de los ejercicios más sanos que se pueden practicar. Llorar de risa es un modo de deshacerse de todos los malos rollos que uno lleva siempre dentro y cientos de personas salieron ayer del recinto con una sonrisa de felicidad en la boca y con una carcajada en el alma.

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