Cultura

Oscar se escribe conB

  • O 'Birdman' o 'Boyhood', y, si hay sorpresas, 'El Gran Hotel Budapest'. Los galardones de Hollywood no tienen esta vez un favorito indiscutible

Al contrario que otros años, en los que la ceremonia parecía un mero trámite para galardonar a los favoritos y no había cabida para la sorpresa, en esta ocasión Hollywood celebra sus premios con cierta incertidumbre. No todo está escrito de antemano. La gala que presenta esta noche de madrugada Neil Patrick Harris, un maestro de ceremonias que promete tras sus brillantes intervenciones en los Emmy y los Tony, desvelará una duda que circula desde hace unas semanas. Boyhood o Birdman. Y en esa disyuntiva aparece incluso una tercera opción, una probabilidad quizá con menos fuelle pero no tan descabellada como podría pensarse: El Gran Hotel Budapest. El Oscar, de un modo u otro, se escribe con b.

En principio, el duelo estaría entre la emocionante delicadeza con la que Richard Linklater filma la vida de un chaval en Boyhood o el descreído sarcasmo con el que Alejandro González Iñárritu retrata en Birdman los egos y conflictos de un grupo de actores teatrales comandados por una estrella en declive. La sencillez o la solemnidad. Los votantes se encuentran en la tesitura de reconocer a uno de los talentos más estimulantes del cine norteamericano actual, Linklater, por un proyecto singularísimo -se rodó durante 12 años, ya lo saben-, o dejarse atrapar en las redes de ese astuto cineasta, Iñárritu, al que le pierde cierta pretenciosidad pero a quien no se le puede negar el talento. Y Birdman, con su desarrollo en un vistoso y falseado plano secuencia y unos actores en estado de gracia, es una jugada efectiva del mexicano que fácilmente podría acabar en triunfo.

¿Qué dicen al respecto los premios repartidos hasta ahora? Aquí los precedentes no arrojan mucha luz. Sí, Boyhood se impuso en los Globos de Oro y en los Bafta como la mejor película (en los Globos de Oro, donde hay división entre géneros, recibió el galardón al mejor drama) y el mejor director, pero Birdman se ha visto reforzada por un buen puñado de reconocimientos y ha sido la elegida por el gremio de directores, los productores y el sindicato de actores, que le concedió el galardón al mejor reparto. Es decir, Hollywood parece sentir aprecio por el trabajo del mexicano. Y la gente de Hollywood es la que vota en los Oscar.

En este enfrentamiento Linklater/Iñárritu entra, como decíamos, un invitado sorpresa, Wes Anderson. Menospreciar sus opciones no es del todo realista: El Gran Hotel Budapest le arrebató el Globo de Oro a la mejor comedia a Birdman, la preferida en las quinielas, y más tarde se hizo con cinco premios Bafta, incluido el de mejor guión original. La cinta es un divertimento delicioso, un curioso homenaje a la vieja Europa y al universo de Stefan Zweig -sí, Anderson lo ha citado a menudo como referente de esta obra-, que podría seducir incluso a los votantes más conservadores. Y no habría que olvidar un dato: este Gran Hotel es la película con más candidaturas junto con Birdman, nueve.

También hay intriga por conocer quién se llevará el Oscar al mejor actor protagonista, un apartado donde las miradas se debaten entre el recuperado Michael Keaton de Birdman o el jovencito Eddie Redmayne de La teoría del todo. Los académicos suelen celebrar cuando un intérprete regresa de las sombras, y Keaton llevaba unos años muy lejos del primer plano, pero el americano ha acabado relegado tras el empuje que tomó Redmayne, galardonado con el Bafta y el premio del Sindicato de Actores por su muy convincente transformación en Stephen Hawking. Hoy por hoy se antojan remotas las opciones de Benedict Cumberbatch por The Imitation Game (Descifrando Enigma), una de las mejores interpretaciones del año, pero el actor es, en todo caso, una buena alternativa para los votantes indecisos.

Seguramente, Marion Cotillard (Dos días, una noche), Rosamund Pike (Perdida), Reese Witherspoon (Alma salvaje) y Felicity Jones (La teoría del todo) acudirán mañana al Dolby Theatre sin un discurso redactado. Julianne Moore no tiene rival en la categoría de mejor actriz protagonista, magnífica y comedida en un personaje que podría haber dado lugar a un lucimiento más histriónico, el de una profesora a la que le diagnostican un alzheimer precoz. Lástima que la Academia vaya a saldar la deuda con ella por una película, Siempre Alice, que está muy por debajo de su talento, pero es un detalle menor: la intérprete de Lejos del cielo o Las horas merecía el Oscar desde hace mucho.

Los actores de reparto también tienen favoritos indiscutibles: sería muy sorprendente que Patricia Arquette no venciera por su sentido papel de madre en Boyhood, y que a estas alturas de la temporada J. K. Simmons, el tiránico profesor de música de Whiplash, no se impusiera a sus contrincantes, aunque la veteranía de Robert Duvall (El juez) o el buen hacer de Mark Ruffalo (Foxcatcher) y Edward Norton (Birdman) podrían habérselo puesto difícil en un principio.

En la lucha por el premio a la mejor película extranjera, entretanto, las predicciones que apuntan que ganará Ida, esa pequeña maravilla procedente de Polonia, podrían errar: la rusa Leviathan se alzó con el Globo de Oro, y la estupenda Relatos salvajes, de Damián Szifrón, podría repetir ese golpe maestro que Argentina dio hace unos años, cuando El secreto de sus ojos, de Campanella, dejó sin Oscar a Haneke, nominado entonces por La cinta blanca.

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