Cultura

Oscar 2016Corazón tan blanco

  • La Academia entrega hoy sus premios inmersa en el debate sobre el racismo en la industria

Hace unas semanas, en una entrevista, el autor Hanif Kureishi, londinense con orígenes paquistaníes, señalaba que el ideal de un mundo blanco ya se había superado, que en una ciudad cosmopolita como la suya ya no tenían sentido los viejos esquemas. La Academia de Hollywood, sobre la que planea la sombra del racismo por no haber incluido a ningún actor negro en sus candidaturas por segundo año consecutivo, está entendiendo inmersa en la polémica esta nueva realidad. La presidenta de la institución, Cheryl Boone Isaacs, ha prometido tomar medidas para impulsar la diversidad, pero la mácula de unos #Oscarssowhite (Oscars tan blancos, un hashtag fácil de encontrar en las redes desde el año pasado) y la amenaza de un boicot con Jada Pinkett Smith y Spike Lee a la cabeza han enturbiado definitivamente la celebración de esta noche. Paradojas del destino: será un cómico negro, Chris Rock, el que presente hoy (ya en la madrugada del lunes en España) una gala en la que será difícil eludir la cuestión racial y en la que El renacido, de Alejandro González Iñárritu, con 12 nominaciones, intentará imponerse a otras películas con posibilidades como Spotlight o Mad Max: furia en la carretera.

Ha sido la comunidad afroamericana la que se ha rebelado ante una selección de candidatos en la que principalmente se echa en falta a Idris Elba, mejor intérprete de reparto por su papel en Beasts of no Nation para el Sindicato de Actores, pero lo cierto es que la mirada conservadora de la Academia ha causado más daños. Ian McKellen ha afirmado que los intérpretes homosexuales tampoco lo tienen fácil, y no parece una acusación descabellada en unos votantes que hace años prefirieron una cinta tan olvidable como Crash, de Paul Haggis, frente a la sólida historia de amor entre dos hombres de Brokeback Mountain, de Ang Lee, y que en esta edición han olvidado incluir en las categorías de mejor película y director uno de los títulos del año, Carol, en la que los personajes de Rooney Mara y Cate Blanchett se enamoran. Ojalá la anunciada renovación de la Academia aparte de los cánones más convencionales a una institución que ha laureado en su historial de ganadores películas tan prescindibles y bonitas como Una mente maravillosa o El discurso del rey.

Más allá de las controversias, los Oscar de esta noche no tienen un ganador tan claro como otros años. El mexicano González Iñárritu, que ya triunfó la anterior edición con Birdman, parte con más posibilidades tras la victoria de El renacido en los Bafta y en los Globos de Oro. Le ha puesto el camino más fácil el hecho de que la favorita al principio de la temporada, Spotlight, de Tom McCarthy, haya perdido fuelle y sólo haya concretado las expectativas en los premios del Sindicato de Actores, pero en estas últimas semanas otro título se ha destapado como un rival que habría que tener en cuenta: La gran apuesta, de Adam McKay. La comedia sobre la burbuja financiera dio la sorpresa al hacerse con el galardón del gremio de productores, y sumó emoción a una carrera donde también tiene peso Mad Max: furia en la carretera, con la que George Miller ha demostrado que una cinta de acción adrenalítica y violenta puede maravillar a la crítica. El veterano se percibe como el principal obstáculo para que Iñárritu logre su segundo Oscar consecutivo como mejor director, una proeza que sólo han logrado grandes como John Ford y Joseph L. Mankiewicz.

Si se cumplen los pronósticos, 2016 será el año en el que la Academia salde su deuda con Leonardo DiCaprio, que aquí afronta su quinta nominación 22 años después de su primera candidatura por ¿A quién ama Gilbert Grape?, de Lasse Hallström. Aunque ha habido otras interpretaciones sobresalientes en estos meses (la de Fassbender en Steve Jobs), que el sobre del mejor actor protagonista no contenga el nombre de DiCaprio sería una sorpresa mayúscula y una terrible ofensa para uno de los intérpretes más inteligentes del Hollywood actual. También tiene la suerte de su parte, a priori, la joven Brie Larson, que ha encadenado una victoria tras otra en la carrera de premios por su trabajo en La habitación y suena como favorita para el Oscar a la mejor actriz, una categoría en la que sobresale la magnífica Charlotte Rampling de 45 años.

Otra curiosidad de la gala, aún en el apartado interpretativo, es saber si Sylvester Stallone conseguirá vencer los prejuicios y llevarse a casa el Oscar como mejor actor de reparto por un personaje, el de Rocky Balboa, por el que ya fue candidato al premio al mejor actor (y al mejor guión) en 1977. Se lo pondrá difícil el inglés Mark Rylance, que tras una impresionante carrera teatral y algunos papeles en cine se consagra de la mano de Spielberg y su El puente de los espías. Más intriga hay en la disputa por la estatuilla a la mejor actriz de reparto: Kate Winslet (impresionante en Steve Jobs), Alicia Vikander (La chica danesa), Rooney Mara (Carol) e incluso la recuperada Jennifer Jason Leigh de Los odiosos ocho son opciones viables.

Además, en una noche en la que habrá momentos curiosos -el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, presentará la actuación de Lady Gaga, debido a que The Hunting Ground, el documental por cuya canción es candidata, trata de agresiones sexuales en universidades, un tema con el que el Gobierno de Obama está especialmente concienciado- y el español Paco Delgado vuelve a competir por la estatuilla gracias al sofisticado vestuario de La chica danesa, el maestro italiano Ennio Morricone podría hacerse, por su colaboración con Tarantino, con el primer Oscar de su carrera por una película concreta: el único que tiene es el premio honorífico que la Academia le otorgó en 2007. Demasiado poco para un músico que, con más de 500 bandas sonoras, entre las que destacan sus trabajos para Sergio Leone y otras piezas como La Misión o Cinema Paradiso, es un nombre imprescindible de la historia del cine.

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