Cultura

El Museo de Cádiz invita a sentarse a la mesa de la Antigua Roma

  • La segunda muestra de la programación del mes de julio se nutre de fondos propios para recorrer usos y costumbres culinarias Podrá visitarse hasta el 27 de septiembre

Cambian los usos, las maneras e incluso el gusto de nuestro paladar. Pero mucho conservamos hoy de la relación de nuestros antepasados con la gastronomía en sus múltiples facetas.

Al menos esa sensación de que el ser humano es un animal de costumbres es la que permanece en los labios al visitar la muestra El gusto y la alimentación en la Antigua Roma, presentada ayer en el Museo de Cádiz y que permanecerá abierta al público hasta el próximo 27 de septiembre.

Esta segunda exposición dentro de la programación del mes de julio -la primera fue un homenaje del Centro Andaluz de Fotografía al siglo XIX- recorre con un catálogo de fondos propios los usos y costumbres culinarias de aquella civilización en tres estadios: "Alimentos y productos", "La Cocina" y "La Mesa".

Lola López de la Orden, conservadora del Museo, ha explicado durante la presentación que tanto ella como Luis Carlos Zambrano, responsable de restauración arqueológica, "querían dar a conocer esas piezas de manera monotemática", una idea que surgió hace un año porque "me encanta la cocina" y por querer mostrar un material que "por falta de espacio está en los almacenes y no da tiempo a integrar en el discurso museológico".

En un recorrido cronológico el visitante puede descubrir con esta exposición qué y cómo comían y de qué manera preparaban la comida nuestros antepasados. Ajuares de mesa y cocina compuestos por ánforas olearias, de vino y salsas como el garum, monedas con reversos simbólicos sobre agricultura y pesca, sartenes y ollas de entonces, retazos de vajillas, vasos, cantimploras y hasta la reproducción de un pan pompeyano atrapado por la lava del Vesubio son sólo algunos ejemplos del muestrario que ofrece esta cita con el mundo antiguo. Un universo desde el que corrobar la vigencia de la dieta mediterránea (aceites, pescado, miel, vinos o pan), observar la evolución de los materiales con el paso de la cerámica al vidrio, "mucho más limpio", y percibir con la misma intensidad las diferencias protocolarias que marcan el trascurrir de los siglos.

"Se comía sentado o tumbado y siempre o con cucharas o con las manos, como vemos en las películas", ha explicado López de la Orden, pero "en lo básico se comportaban igual".

La compra, por otra parte, se hacía en el macellum o mercado, donde las familias se aprovisionaban de aquellos productos que no podían cultivar en sus viviendas. Otra de las diferencias fundamentales es la ausencia de cocina: la comida se preparaba en "un fuego en un rincón del atrio de la casa", ha relatado.

En la mesa, la estirpe marcaba también los modos. "Los romanos menos pudientes no podían permitirse grandes banquetes" en los comedores o triclinium, que ocupaban un lugar destacado en el hogar. Para ellos, la cena era la comidad principal del día y estaba compuesta por cuatro platos y el omnipresente vino: "Seguimos teniendo los mismos alimentos básicos y de calidad de entonces, los productos gastronómicos andaluces. Se consumían muchas gachas y guisos y también pescado", ha detallado la conservadora del Museo de Cádiz. En la muestra se exponen tres grandes ánforas donde se conservaba una exquisita tríada: garum, vino y aceite.

Aunque ha matizado que el sabor de esos productos poco o nada tiene que ver con sus variantes actuales. "Hoy no seríamos capaces de probar el garum, que se sigue utilizando para aderezar ciertos platos, adaptado a nuestros gustos". Lo mismo sucede con los vinos, "muy dulces", conocidos como mulsum. "Ahora no pasaríamos de un buche. En la actualidad, estos vinos se producen basándose en las recetas de los textos latinos", ha dicho.

En definitiva, una exposición fruto del trabajo en equipo y de la que Cristina Saucedo, delegada territorial de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, ha querido destacar que supone "un cambio de tercio, una muestra pequeña, coqueta que contiene calidad y cariño".

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