Cultura

María Espejo pone imágenes a 'Diez cuentos de terror' de Edgar Allan Poe

  • La ilustradora gaditana firma la selección de relatos del autor norteamericano publicada por Cordelia

  • La edición cuenta con prólogo de Luis Alberto de Cuenca y traducción de Susana Carral

Como suele ocurrir con la tribu de los ilustradores, María Espejo se inició en el dibujo desde pequeña. Cuando era adolescente, recuerda, su padre le regaló una colección de lápices acuarelables con los que dibujaba "héroes manga, ninja" en ilustraciones que colgaba alrededor de un armario e iban desapareciendo: "Creí que se caían detrás, pero un día -cuenta- me puso a buscar y detrás del armario no había nada. Era mi hermano pequeño, que los iba cogiendo a escondidas y los guardaba con sus tesoros".

Por eso, en el primer libro "importante" que firma, la dedicatoria es para él. María Espejo ilustra los Diez cuentos de terror de Poe que el editor de Cordelia, Jesús Egido, y Luis Alberto de Cuenca han seleccionado como las historias más significativas del autor norteamericano. Un clásico al que Espejo se acercó también de adolescente, una época en la que gastaba "un montón de pintura roja: creo que todos hemos pasado por una época parecida, de pasar los demonios a papel, y me quedaba tan a gusto. Dibujaba las cosas más escabrosas que podía encontrar".

Una buena historia te tiene que trastornar de algún modo, y eso Poe lo tiene de sobra"

De manera profesional, sí que ha ilustrado temas de corte fantástico, aunque nunca nada tan tétrico como los cuentos del gótico americano: "Sí que hice una historia, Faula. La hora del vacío, para una pequeña editorial que ya no existe. Pero aunque dura, la escritora era algo más delicada que Poe".

El encargo de Cordelia ha cambiado, también, la forma de ver y entender unas historias que son referentes del género: "Tenía muy clara la atmósfera y muchos de los detalles que se te quedan cuando lees los relatos -explica-. Algunos de los que publica Cordelia no los había leído, o los había olvidado. Además, al desgranar el texto para sacar la imagen tienes que profundizar mucho y eres más consciente de detalles que de otro modo puedes pasar por alto".

"La de Edgar Allan Poe -continúa- es un tipo de narración en que la imaginación se dispara, da buen material para dibujar". Es cierto: a quien haya leído El gato negro o El corazón delator, le es difícil mencionar siquiera el título sin que la mente le proyecte tres o cuatro fotográmas. Unas imágenes -afirma María Espejo- que "se te quedan grabadas y no se te van nunca. Por un lado -prosigue- he querido jugar con eso y ampliarlo. Las historias de Poe tienen muchísimos matices. Es muy interesante cómo trata el terror, cómo te induce el miedo, aunque a veces te habla en términos paranormales, el terror que transmite está dentro de nosotros: tiene que ver con esa esencia más oscura del ser humano, con la tendencia a las adicciones y transformaciones de alguien hasta convertirse en una persona irreconocible, como ocurre con El gato negro o con Berenice, la historia en la que el protagonista va perdiendo la cabeza y la consciencia, todo el tiempo viviendo entre sueños y realidad".

Para Espejo, las historias de Poe pesan en lo oscuro porque tienen una "veracidad tremenda": "Edgar Allan Poe te cuenta ese proceso de delirio, de locura, de fuera de la realidad, de manera tal que te estás viendo metido en él -explica-. Llegas a pensar que no sería tan difícil que te ocurriera algo así en algún momento, aunque luego todos somos más fuertes de lo que parecemos... Pero sí que sientes con fuerza que lo que te relata es en lo que te podrías convertir si te dejaras ir. Por eso creo que siempre me ha impactado tanto, porque muestra el mal que tenemos asediándonos en nuestro interior".

Los diez relatos "fantaterroríficos" -dice Luis Alberto de Cuenca en la introducción- que aparecen en esta selección son Berenice, Ligeia, La caída de la casa Usher, La máscara de la Muerte Roja, El pozo y el péndulo, El corazón delator, El gato negro, El entierro prematuro, La verdad sobre el caso del Sr. Valdemar y El barril de amontillado. Acercarse a estos títulos con la lupa del ilustrador supone, "inevitablemente", que se vean de forma distinta: "Hay algunas, por ejemplo, a las que no prestas mucha atención si las lees dentro de una antología, como Ligeia, y que luego te sorprenden. La caída de la casa Usher, por ejemplo, no me gustaba especialmente y ahora, leyéndola con calma, me ha fascinado completamente -indica la ilustradora-. También, muchas veces, al leer a un autor en profundidad, se te cae: este no ha sido el caso, claro".

"Creo que lo fundamental en una buena historia es que no te deje indiferente: te tiene que trastornar de alguna manera, para bien o para mal -continúa -. Y eso Poe lo tiene de sobra. Me sigue gustando mucho, más allá de la fascinación adolescente, porque es un autor al que lees y no te puedes sacar de la cabeza".

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