Cultura

Libros para los nuevos tiempos

Sigue la penuria discográfica pero en compensación crece la bibliografía flamenca. Tal vez los aficionados encuentren en los libros lo que no ofrecen los discos: si usted, señor ejecutivo de las multinacionales del disco, presenta la grabación histórica tal cual, sin contexto histórico o estético, ¿qué diferencia supone para el oyente respecto a la descarga electrónica? Por eso el aficionado busca en el libro el marco del que carece el disco. Eso en lo que se refiere a las reediciones. Porque las novedades brillan por su ausencia. Eso sí, algunos intérpretes se la juegan en el disco, no como negocio, sino como tarjeta de presentación de sus directos. Es el caso de Esperanza Fernández, el disco más pulido del año. O el del joven Guillermo Cano, cuyo primer disco ofrece unas cuantas joyitas de cante clásico. Pocos primeras obras he escuchado de tanta madurez. En el campo de la guitarra, dos primeros discos también e igualmente deslumbrantes, cada uno a su manera. Los firman Miguel Ochando, una revisión de la obra de Niño Ricardo, Sabicas y Montoya; y Santiago Lara: flamenco instrumental para los nuevos tiempos.

Es el libro el que gana enteros. De ser una actividad residual, la edición flamenca se ha convertido en algo normal. Se consolidan las clásicas, como Signatura, y nacen nuevas propuestas como Extramuros o Norte-Sur, una editorial de Barcelona que anuncia una colección de clásicos de la flamencología.

La editorial cordobesa Almuzara representa la apuesta más fuerte por este arte desde el mundo del libro. Este año ha seguido su ritmo de edición de biografías, ensayos y libros de divulgación, con dos propuestas de enorme valor en este última faceta firmadas por José Luis Navarro y Eulalia Pablo, Figuras, pasos y mudanzas; y Gutiérrez Carbajo, La poesía del flamenco. Hay que destacar para finalizar la labor de El Flamenco Vive y su disco-libro sobre Luis de la Pica.

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