Cultura

Libertinos muy letrados

  • La editorial Traspiés publica un manual que recorre a los autores que escribieron de erotismo a través de los siglos

  • La mayoría fueron codiciados best seller

A veces creemos que el erotismo lo creó la súper leída novela 50 sombras de Grey, pero ni muchos menos. El libro Libertinos, pornógrafos e ilustrados de los autores Ana Morilla y Miguel Angel Cáliz que acaba de publicar la editorial granadina Traspiés nos recuerda, no sólo que el erotismo forma parte de la humanidad desde el principio de los tiempos, sino que muchos autores escribieron sobre él sin tapujos ni prejuicios. "¡Ay!, qué inocentes somos. Nos pensamos que la buena de E. L. James ha inventado algo, pero en la literatura erótica todo está dicho desde hace milenios, no hay más que ver el papiro erótico de Turín, aquel Kamasutra de la corte faraónica con que los trabajadores del Valle de los Reyes entretenían sus tristes soledades y que tanto avergonzó a los pacatos arqueólogos de antaño como Champollion", explica la escritora Ana Morilla. "Paradójicamente a aquellos científicos -añade- no les daba vergüenza expoliar los tesoros de otras culturas, pero sí contemplar desnudos en un viejo papiro, tanto que los museos europeos crearon gabinetes secretos para albergar el arte impúdico que las excavaciones iban sacando a la luz".

Ana Morilla considera que el erotismo se sigue considerando un tabú dependiendo de la personalidad de los distintos países. "Puede que ese sea el éxito de la franquicia 50 sombras, lanzarse al mercado editorial y cinematográfico en una sociedad puritana como la anglosajona. Esta mojigatería fue precisamente la que catapultó a la fama a los autores libertinos del XVIII y los convirtió en best seller. Cuanto más prohibidos más vendidos. Imaginen si es tabú el tema, que mi página web me ha secuestrado mis newsletter por decir las palabras libertino y pornógrafo en un mail que informaba de la presentación del libro".

Ana Morilla aclara que Libertinos, pornógrafos e ilustrados, no es un libro pornográfico, sino un compendio ameno, divulgativo e ilustrado sobre literatura erótica, que arranca en la Antigüedad para centrarse en el siglo XVIII, en Diderot, Sade, Casanova, Choderlos de Laclos, Restif de la Bretonne, John Cleland, etc., escrito con rigor y a la vez sentido del humor. "Los antiguos eran más modernos que nosotros ya desde Astianasa o Elefantis que fueron todas unas pioneras", asegura. "En realidad sabemos tan poco, ni siquiera si eran apócritos. Por desgracia los textos de estas mujeres, o de los hombres que se escondían detrás de estos nombres femeninos, no han llegado hasta nosotros. Sabemos que los griegos atribuyeron a Astianasa, esclava de Helena de Troya, uno de los primeros manuales de erotología, y a Fileanis de Samos un tratado erótico. Otra autora utilizó el pseudónimo de Elefantis para sus textos pornográficos ilustrados. Cuenta Suetonio en Vida de los césares que el emperador Tiberio era uno de sus mejores lectores. En cualquier caso hay que leer a los autores eróticos que han llegado a nuestras manos desde el pasado, Petronio, Ovidio, Aristófanes, Plauto, Apuleyo, Safo".

El pensamiento neoplatónico cristiano en la Edad Media supuso un cambio de paradigma, "una represión de toda sexualidad que no condujera a la procreación dentro del matrimonio, un ensalzar la castidad y la abstinencia; pero ya lo dijo Juan Ruiz, arcipreste de Hita, en el Libro de buen amor, El mundo por dos cosas trabaja: la primera por aver mantenencia; la otra era por aver juntamiento con fembra placentera", explica Morilla. "Por mucho que la lujuria se combatiera desde el púlpito, eso no implica que se lograra. De hecho la literatura erótica, como la energía, no desapareció con el cristianismo sino que se transformó. Ahí está El Decameron para demostrarlo, todo un tratado", subraya.

Libros como el Buen Amor del arcipreste de Hita, el Decameron de Boccaccio o Los cuentos de Canterbury de Chaucer están llenos de escenas eróticas, pero recurren a "eufemismos y a metáforas sexuales" para retratar un mundo compuesto por "prostitutas y alcahuetas, mujeres adúlteras, maridos cornudos, frailes y monjas fornicadores, etc".

A la pregunta de si escriben mejor de erotismo los hombres o las mujeres, Ana Morilla responde que no existe respuesta fidedigna. "Existen todo tipo de teorías, pero bajo mi punto de vista los hombres y las mujeres no somos distintos a la hora de escribir".

La definición de libertino según el diccionario es una persona licenciosa, disoluta, alguien entregado al vicio, como el vizconde de Valmont y la marquesa de Merteuil en Las amistades peligrosas de Choderlos de Laclos tan sabiamente interpretados en el cine por Glenn Close y John Malkovich. "Pero en la antigua Roma el libertino no tenía esa connotación; era el hijo del liberto, del esclavo liberado", explica Morilla. "En el Renacimiento -añade- comenzó a usarse el término para designar a determinadas comunidades cristianas que querían vivir alejadas de la tutela de la Iglesia; y de ahí en el XVII y en el XVIII pasó a aplicarse a aquellos que criticaban el Antiguo Régimen, la monarquía, la Iglesia e incluso proclamaban un tímido ateísmo".

Por otra parte, el recorrido de la palabra pornógrafo es de lo más curiosa según aclara este libro. "Pornógrafo es aquel que escribe acerca de la prostitución. En la Antigüedad, Ateneo de Náucratis llamó pornógrafo a quienes hablaban continuamente de heteras, de prostitutas. Parece que tomó el término del arte, del crítico Polemón de Ilión, que llamaba así a los pintores que retrataban a las cortesanas. La palabra la introdujo en Francia Restif de la Bretonne en su obra El pornógrafo, donde se proponía regular la prostitución, y de ahí pasó al inglés y al español y hasta hoy día".

Son muchos los libros eróticos del pasado que, no sólo fueron best seller en su momento sino que no han parado de editarse, más o menos "expurgados", con o sin ilustraciones. "Sade es el rey, sin la menor duda. El divino marqués siempre ha sido actual y además dijo una gran verdad, que la virtud es castigada y el vicio recompensado. Claro que él no lo dijo con intención moralizante, sino todo lo contrario. Otro personaje fascinante por su trayectoria vital, como Sade, es Casanova (aunque algunos no lo consideren un libertino) y sus memorias dignas de ser leídas. Aunque mi favorita es la Fanny Hill de John Cleland, por su alegre optimismo y su final feliz".

Napoleón llegó a echar al fuego algunos libros eróticos. "Las atrevidas ideas de Sade, sobre que el dolor o la violencia no son más que otra cara del placer o que el ser humano debe aspirar a la libertad sexual incluso si para ejercerla hay que causar daño (véase de dónde obtiene su inspiración E. L James.) hicieron su obra aborrecible para parte de sus contemporáneos. Napoleón la consideraba perversa, concretamente la Justine, y hay algún grabado donde se representa al corso echando dicha novela al fuego. Ello no implica que el propio Napoleón no incluyera pasajes eróticos en sus cartas a Josefina".

Por cierto, que los revolucionarios eran bastante conservadores en materia sexual y condenaron en sus discursos las obras libertinas. "Precisamente el triunfo de la Revolución, impulsada en cierto modo por los escritores libertinos, no solo no supuso la liberación de las costumbres como ellos esperaban, sino que fue uno de los factores (junto con la reacción monárquica y el Romanticismo) que puso punto final a los libertinos" .

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