Cultura

El Juli y Fandiño destacan en la plaza de Bilbao

  • El madrileño, firme y el diestro vasco, ovacionado. El Fandi se lleva el mejor lote de una corrida de Matilla, manejable

GANADERÍA: Toros de García Jiménez, desiguales y justos de presencia, en el límite también de la raza y de las fuerzas, pero muy toreables salvo primero y tercero. TOREROS: El Juli, silencio y ovación; El Fandi, ovación y ovación. Iván Fandiño, palmas y palmas. Incidencias: Plaza de Vista Alegre. Tres cuartos de entrada.

Se confunde trapío con volumen. Están equivocados los que creen que los kilos asustan. Ayer salió una corrida de toros en el peso de Bilbao, pero que no tiene nada que ver con las exigencias de trapío en plaza de esta categoría.

Corrida de desigual presencia y, algo muy importante, insuficiente en cuanto a esencia. Pues aún considerando que los toros segundo, cuarto, quinto y sexto -con matices entre ellos- sirvieron para el torero, en todos hay que anotar muchas y notables ausencias que restan en el carácter de la bravura. El Juli probó de mil maneras con su primero, paradito, o como mucho embistiendo al paso sin humillar, y de extrema sosería. Algún que otro derrote arriba por la tendencia del animal a defenderse, y voluntad, mucha voluntad por parte del torero. En definitiva, nada en lo artístico.

Con el cuarto hubo más conjunción entre toro y torero. Toro que, sobre todo por el pitón derecho, se desplazó largo y humillado. El Juli, muy suficiente, estructuró faena con todas las de la ley, en un planteamiento lo que se dice de poder a poder.

El lote de la tarde fue para El Fandi. Su primero tuvo fijeza y alegría, prontitud y recorrido. Pero El Fandi, qué pena, ya se sabe, cumplió con el capote y anduvo sobrado con las banderillas, mas cuando le tocó ponerse con la muleta, fue incapaz. Le pegó pases, pero de aquella manera.

Mucho peor con el quinto, el toro de la tarde, con el que estuvo francamente mal el granadino. Muy mal. Y a todo esto, la condescendencia del público, sin entrar a valorar el buen juego del toro, llegando incluso a tomar partido por la filibustera forma del torero. No se explica que El Fandi no le cortara las orejas ni a su primero ni a este segundo.

Venía Fandiño se supone que con toda la ilusión del mundo a ocupar la plaza que había dejado vacante Morante de la Puebla. No le acompañó su primero, de medias arrancadas y la cara por arriba. No le faltaron ganas al torero, pero fue un esfuerzo sin recompensa. En cambio en el sexto fue el propio Fandiño quien no terminó de centrarse. Toro sin fuerzas, pero colaborador.

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