Cultura

Judd Apatow: tiempo de comedia

  • El productor, director y guionista neoyorquino está detrás de 'Año cero', 'Hazme reír' y 'Adventureland', nuevas entregas de la renacida comedia norteamericana

España se resiste a Judd Apatow, el hombre de moda de la comedia norteamericana, creador de un inconfundible sello generosamente esparcido y compartido con una troupe de actores (Will Ferrer, Adam Sandler, Jim Carrey, Steve Carell, Jason Segel, Paul Rudd), guionistas (Evan Goldberg, Seth Rogen) y directores (Adam McKay, Greg Mottola, Jake Kasdan) que han entregado algunas de las mejores comedias de la última década con permiso de Ben Stiller (Tropic Thunder), Christopher Guest (Very important perros), Richard Linklater (Bad bears news) o Wes Anderson (The Royal Tenembaums).

Ya sea por lo desafortunado de las traducciones al castellano de muchos de sus títulos, por la poca justicia que hacen a sus personajes los doblajes de nuestro país o, sobre todo, por una pésima labor de promoción, que no ha sabido destacar la calidad de estos filmes entre la mediocridad habitual ni orientar el producto hacia su público potencial (no esencialmente adolescente), el espectador español sigue ajeno al talento de uno de los grandes regeneradores de comedia (adulta) contemporánea y al entusiasmo crítico que ha acompañado su desembarco en Hollywood.

Se estrenan en próximas semanas tres nuevas películas vinculadas al universo Apatow. La primera, Año cero, en la que aparece como productor, reúne a uno de sus maestros confesos, el veterano lampooniano Harold Ramis (Atrapado en el tiempo, Una terapia peligrosa) y a dos de las nuevas estrellas del género, Jack Black (Escuela de Rock) y Michael Cera (Juno), en una estimulante fusión intergeneracional ambientada en la Prehistoria. La segunda, Hazme reír, viene escrita y dirigida por el propio Apatow y protagonizada por Adam Sandler, con quien ya colaborara en la desopilante e iconoclasta Zohan, licencia para peinar. Las críticas anuncian una nueva comedia-río con apuntes dramáticos y generoso metraje sobre un grupo de stand-up comedians entre los que se encuentran sus fieles colaboradores y habituales Seth Rogen y Jonah Hill, devotos practicantes de ese renovado humor judío alto en calorías e incorrección tan caro a la casa. La tercera, la juvenil, veraniega y truffautiana Adventureland, no cuenta con su nombre en los créditos, pero viene firmada, bajo su espíritu y el de su admirado John Hughes, por Greg Mottola (The daytrippers), quien fuera repescado por Apatow -como David Gordon Green para Superfumados- del cine indie para su serie de televisión Undeclared y relanzado al mainstream salvaje gracias a Supersalidos.

Estas tres películas ejemplifican bien los diferentes senderos abiertos por la factoría Apatow y el origen de algunas de las tradiciones cómicas que han nutrido su particular sello como productor y guionista. El neoyorquino ha sabido integrar su experiencia como stand-up comedian para desarrollar un insólito cuidado en la escritura de guiones, repletos de elementos autobiográficos reelaborados a partir de un peculiar humor canalla y judío. Lejos de las fórmulas habituales, el cine de Apatow sorprende por la frondosidad de sus tramas y el trabajado perfil de sus personajes, por su oído para el diálogo y la réplica chispeantes, por su agudeza para trasladar los problemas cotidianos de la clase media a un fluido universo de ficción que toca muy de cerca la realidad entreverada con la efectividad de las fórmulas de escritura.

Así, títulos como Virgen a los 40 o Lío embarazoso van mucho más lejos de la anécdota socarrona o gamberra que los impulsa para irse literalmente por las ramas y demorarse el tiempo necesario en su mirada cómplice hacia personajes masculinos siempre en crisis (de identidad y de maduración) acompañados por mujeres inopinadamente bien perfiladas e igualmente interesantes.

Apatow ha sabido también explorar y reconducir el potencial cómico de algunas estrellas taquilleras del momento, aportando el plus de su escritura a producciones que, en otras manos, hubieran caído en excesos incontrolados de ego. Es el caso de su guión para Dick y Jane, ladrones de risa, dirigida por Dean Parisot, posiblemente la mejor comedia anti-crisis y sobre la crisis de la década y vehículo estelar para un Jim Carrey más digerible que de costumbre; o el de la mencionada Virgen a los 40, en la que Steve Carell se jugó el tipo a pecho depilado para salir airoso con un personaje infantilizado abocado al desastre.

A Apatow también le debemos el despegue y el aprovechamiento múltiple de otros cómicos desaforados e iconoclastas como Will Ferrer, eterno adolescente en un cuerpo imposible al que ha hecho acompañar por el no menos peculiar John C. Reilly (habitual de la cuadrilla de Paul Thomas Anderson en su registro dramático), en un par de comedias descacharrantes y excesivas como Pasado de vueltas (segunda entrega de una proyectada trilogía sobre el Hombre Mediocre Americano) o Hermanos por pelotas, y también el descubrimiento y la proyección de nuevos talentos como Seth Rogen y James Franco, ambos descubiertos en su serie televisiva Freaks and geeks, Paul Rudd y Jason Segel, primero por separado en Lío embarazoso o Paso de ti, luego juntos en Te quiero, tío, o Russell Brand, popular comediante británico al que ya prepara su primer protagonista absoluto en Get him to the Greek. El día en que Apatow decida juntarse con otro inglés cachondo, el gran Ricky Gervais (The Office), pueden liarla parda.

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