Juan Moya se convirtió ayer en un cazador "cazado". Acostumbrado a captar con su cámara cada movimiento en todo acto público, especialmente cultural, de Algeciras, ayer se convirtió en el protagonista al presentar su libro Algecireños distinguidos. Más de 15 años de trabajo y documentación que recogen la vida de 35 personas "especiales" de la tierra del mundo de la cultura, la política y la sociedad en general.

El edificio José Luis Cano congregó a un gran número de personas de todos los ámbitos sociales y que probablemente en alguna ocasión fueron captados por la cámara de Moya. El alcalde, José Ignacio Landaluce, fue el encargado de presentar el acto junto a las ediles Pilar Pintor y Juana Cid y el ex alcalde y escritor Patricio González. El libro recoge a personajes tanto del siglo pasado como del actual, con fotografías y datos biográficos como la partida de nacimiento y defunción. Como prólogo cuenta con un texto manuscrito del que fuera cronista oficial Cristóbal Delgado Gómez, a cuya memoria está dedicada el libro.

Moya, natural de Castellar pero residente en Algeciras desde su juventud, reconoció ayer que no esperaba "este lleno" en el claustro principal del edificio. Explicó que todo lo que se encuentra en el libro está documentado, un esfuerzo singular de más de una década, como anécdota detalló que le costó más de dos años encontrar la partida de nacimiento de Miguelín, por la confusión advertida sobre el lugar exacto en el que nació. En su casa posee una biblioteca con gran información sobre la vida cultural y social.

Landaluce, con sus palabras, demostró el afecto que le guarda a Juan Moya. "Este acto tiene mucho de cultura y de cariño". Subrayó que era la primera vez que le veía "nervioso", calificándolo de "notario gráfico de la vida pública algecireña". Bromeó con la inusual situación del autor, al que siempre se le ve en todas partes en cada acto cultural, "siempre moviéndose". Definió el libro como una "enciclopedia poblacional", en la que se encuentran referencias a Cristóbal Delgado, Pérez Petinto o Pérez Arriete. En definitiva, un libro que supone un tesoro más para el legado de la ciudad en la que se escribe la historia.