Cultura

Inviernos en una Europa de nostalgias

  • El asturiano Miguel Galano gana el Premio Focus Abengoa por su interpretación de un bosque a las afueras de Budapest

Hace un par de años, en estas mismas fechas, Miguel Galano (Tapia de Casariego, Asturias, 1956) viajó a Budapest y visitó Népliget, el gigantesco parque, "más bosque que parque modelado", matiza, que se expande a las afueras de la capital húngara. La similitud de esa naturaleza con el paisaje de las tierras que baña el Cantábrico y, sobre todo, el modo en que ese marco invernal conmovió su espíritu "nostálgico, brumoso" le animó a pintar una serie de obras, una de las cuales ha sido distinguida esta semana con el premio de pintura XXVIII Focus Abengoa 2011, con una dotación de 24.000 euros.

No en vano, la mirada de Galano se detiene especialmente en estas vistas de los países del norte y el centro de Europa, adonde viaja con frecuencia en "pequeñas escapadas" que intenta aprovechar luego en su estudio de pintura. Suecia, Dinamarca y próximamente una exposición sobre Cracovia han ocupado, entre otros países, parte de su producción. "La luz en mis trabajos ha estado muy ligada al Cantábrico, donde nací, donde resido y de alguna forma encuentro una luz muy similar a la que estoy acostumbrado, por eso creo que salen con facilidad cosas", explica. Népliget, nombre del lienzo premiado, se integra en una serie mayor sobre Budapest y en particular sobre ese parque, espacios naturales que suele visitar en sus viajes.

En el momento en que atiende a este medio, Miguel Galano se encuentra paseando por el parque de María Luisa, un entorno que quizás tenga cabida en el proyecto que lo devolverá a la capital hispalense de la mano del galerista Félix Gómez. "El tiempo dirá sobre qué asunto, pero sería Sevilla nocturna, porque lo que hago, en cierta manera, está reñido con el sol. Soy más de brumas, de misterios, de oscuridades, de otoños y de inviernos. De proyectar cierta nostalgia y melancolía", dice sobre sus creaciones.

Una predisposición que adopta desde el momento primero de la producción del cuadro. Como muchos artistas figurativos contemporáneos, Galano trabaja a partir de fotografías, las suyas. "No podía hacer un cuadro a partir de la fotografía de otro y aunque no soy buen fotógrafo, sí las fotos que hago me son muy útiles. Hace tiempo tomaba pequeños apuntes a lápiz con colores también, y ahora la fotografía me resuelve con más precisión esta parte de la obra", dice.

El pintor asturiano, que recientemente ha organizado en el Museo de Bellas Artes de Asturias una exposición titulada Homenaje a Corot, cree que su forma de trabajo se asimila, de alguna manera, a la que tenía el parisino. "Corot solía tomar apuntes que luego desarrollaba en su taller. Al analizar su obra, los estudiosos hablan por un lado, de un respeto a la forma que retrataba. Y a la vez, los expertos ven una sintonía más cerca de lo anímico. En ese aspecto, nos parecemos por cuanto somos fieles al escenario pero también al espíritu. De alguna forma, cuando saco la cámara y aprieto el botón, estoy empezando el cuadro. Sin ese elemento, la pintura no tiene mucho sentido. Me interesa que eso que vemos sea un puente con ese territorio que tiene que ver con el alma de las cosas".

El lienzo se expone hasta el próximo 4 de marzo en el Hospital de los Venerables junto a las otras 33 obras seleccionadas para esta vigésimo octava edición del premio, entre las que destacan las piezas galardonadas con sendos accésits, CTRL+Z (XXX) de Ismael Iglesias Serrano, y Embarque para Citerea de Alvar Haro Sánchez. Las obras ganadoras pasarán a formar parte de los fondos de la colección Focus Abengoa de Arte Contemporáneo, una institución de la que hay que valorar, según Galano, que "mantenga el premio dentro de la parcela de la pintura", disciplina que "ha sido arrinconada en las grandes ferias" a favor de otras acciones artísticas, como fotografía, videoinstalaciones o performances que, con todo, "son igualmente testimonio de nuestro tiempo".

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