Flamenco

Fotos de carne y de arte

  • Paco Sánchez recoge en 'Retratos Flamencos' dos centenares de fotografías de artistas tomadas a lo largo de más de treinta años

Valga el recurso al siempre vivo Fernando Quiñones para titular la reseña de un libro que recoge retratos no literarios, como fueron los del escritor, sino de esos hechos a través de un objetivo y tratando de captar el alma del fotografiado, que es, a la larga, la aspiración de todo el que se dedica a esta disciplina. La obra se llama Retratos flamencos y en ella su autor, el periodista radiofónico Paco Sánchez, recoge exactamente 212 fotos de artistas de este género.

La relación de cantaores, tocaores, bailaores (y sus correspondientes del género femenino) recogida en el libro es bien larga, tanta como la dedicación de su autor a la fotografía, una actividad que nace de su trabajo, anterior en el tiempo, a la radio. Pues Paco Sánchez (Dos Hermanas, Sevilla, 1946) fue un líder de las pioneras frecuencias moduladas de los años setenta del pasado siglo. Su programa en la emisora La Voz del Guadalquivir es bien recordado por cuantos nos acompañamos de su voz y selección musical -de rock, de blues- en largas noche de estudio. A través de ese trabajo, Paco entró en contacto con el mundo flamenco, y lo hizo con un introductor de lujo, como fue el desaparecido y añorado crítico y flamencólogo Miguel Acal, a cuyas crónicas -en la revista Oiga, en el diario Pueblo y, más tarde en ABC-, acompañaba con los primeros retratos. Su primer trabajo de importancia se encuentra en parte recogido en esta obra. Es una foto del bailaor Farruco tomada en el homenaje que se le tributara tras la muerte en accidente de tráfico de su hijo Farruquito. En ella, el artista aparece con una barba que lucía en señal de luto por una muerte que afectó seriamente a su carrera.

Esta y otras fotos de ese tiempo -como las de Fernando Terremoto, Rafael Romero 'El Gallina', Tía Anica La Piriñaca o Fernanda de Utrera, entre otras- constituyen una parte muy especial de la obra. Son instantáneas tomadas mayormente en actuaciones, y en cuya impresión se percibe la huella analógica del viejo negativo en blanco y negro. Contrastan, de esta forma, con otras más recientes en las que, además de su carácter digital, destaca un tratamiento retratista por el que los artistas nos miran a nosotros a través del objetivo del fotógrafo. Son fotos en las que, como apunta Pablo Juliá, director del Centro Andaluz de la Imagen, juega un papel fundamental la voz del autor. Piensa el también fotógrafo Juliá que la voz de Sánchez "es una herramienta indispensable para conseguir romper un hielo de cualquiera que se sienta intimidado por una cámara". Igualmente, califica al colega de "conversador perfecto, que maneja los matices y sabe dirigir sin presión al entrevistado para poder realizar la foto".

Carlos Arbelos, en su libro Historia de la fotografía flamenca (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2006) sitúa a Sánchez, junto a Paco Manzano y él mismo, en el apartado de "los continuadores" de la obra pionera de Colita y la retratista, y algo más, de Pepe Lamarca. Igualmente, Arbelos destaca cómo el fotógrafo sevillano ostenta un curioso récord: ninguno de los profesionales dedicados al flamenco ha logrado editar cinco volúmenes de su obra, lo que califica de "un mérito para la historia". Efectivamente, Paco editó su primera obra, el catálogo Flamenco en escena en 1989 con retratos de 94 artistas. A él le siguió Nueva savia del flamenco (2001) con 50 retratados, Retratos del flamenco (2002), con 140 fotografías; y El color del baile flamenco (2005) con 218 fotografías de 17 artistas y sus espectáculos. Finalmente, la obra que reseñamos, que para su autor ha debido de suponer una difícil selección de entre todos los retratos realizados a lo largo del tiempo. En estos libros se van alternando el blanco y negro con el color y la técnica analógica con la digital. Sánchez, que hoy inaugura en el Parlamento Europeo de Estrasburgo la exposición El color del baile flamenco, ha declarado estar convencido de que "la plástica estética del cante, lo brinda el blanco y negro", mientras que "el baile seduce más en color".

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