Cultura

Deslucida y descastada novillada de Prieto de la Cal en la Maestranza

  • Cabello, dos vueltas al ruedo, y Sánchez, una, lo más destacado de la tarde

La novillada estuvo marcada por un público extranjero demasiado festejo al que le valía cualquier cosa para aplaudir, pitar o exclamar por lo visto en el ruedo y por la deslucida novillada de Prieto de la Cal.

Alberto Gómez brindó a su primer novillo al respetable tras castigar fuerte al de Prieto con tres varas, lo que hizo que además de la falta de casta, terminará rajado y echándose antes de entrar a matar. Sin calificar ante tan lúgubre animal, que se arrancó dos veces pensándoselo antes de hacerlo. Más de lo mismo en el cuarto. Mala suerte en lote y nada que decir, salvo que habrá que verlo en otra ocasión.

El ubriqueño Miguel Ángel Sánchez lo intentó pero se topó con otro desclasado, que jamás humilló y que se quedaba a mitad del viaje. El gaditano anduvo por encima de su primer ejemplar y mató de estocada solvente. Ante el quinto Miguel Ángel Sánchez, que brindó a Carmelo García, se lució en las quince embestidas que llevaba dentro el de la Ruiza. Al menos, cuando le presentaba la muleta, tiraba de él con ritmo sobre todo por el derecho. Sánchez cogió la zurda pero por entonces el novillo empezó a orientarse y a buscar en cada natural.

Hubo decisión y actitud de querer en cada momento, sin tener un material aceptable por lo reservón de su oponente. En fin, vuelta al ruedo para la grata impresión de Miguel Ángel Sánchez al que la banda le debió tocar.

Con el tercero en el albero maestrante Cabello demostró cosas interesantes de sello propio. Un joven que se enfrentó a otro jabonero -brindado a los presentes- que tuvo algo de movilidad, pero al que también le faltó mucha dosis de casta y raza. Juan Carlos le dejó la muleta en la cara para entrelazar las dos primeras tandas ligadas imprimiendo recorrido. Le faltó un puntito para hacer sonar la música, pero poco a poco, el utrero se vino a menos . Lo poquito que hizo el novillero fue con gusto, además de la gran estocada que recetó que le valió para dar una meritoria vuelta al ruedo. Cabello demostró que sabe manejar los vuelos del capote con suavidad. Y que sabe lo que se trae entre manos. Hubo retales cadenciosos con una personalidad acusada, variedad y la firma de un enorme volapié. Su labor tuvo solera y mereció algo más que las vueltas al ruedo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios