Cultura

Desastre manifiesto en El Puerto

  • El nuevo disco del músico Nacho Vegas, producido por Paco Loco y grabado en sus estudios, alivia malos tragos

Ojo al encuentro digital mantenido por Nacho Vegas con navegantes de El País. "¿Vas de listo?", pregunta del tirón un menda. "No te creas, soy tan tonto como tú o más". Ahí quedó. Nacho Vegas, que estos días estrena cuarto álbum en solitario, grabado de nuevo en el estudio portuense de Paco Loco, a pocos deja indiferentes. Su obra enamora o causa rencores como los que aún levantan olas en El Puerto tras el desastroso concierto que ofreció junto a su nueva pareja, Christina Rosenvinge, en el teatro Pedro Muñoz Seca. Aficionado al mundo vitivinícola, el artista asturiano abre El manifiesto desastre con Dry Martini S.A., que traducido resulta suave colocón de sexo anal. El trabajo más explícito de Vegas contiene hermosos y crueles pedazos de vida, tonos a contraluz, ecos tragicómicos, algún lerele irónico, guiños a papá Dylan, la voz de experiencias hipotéticas, sarcasmo por un tubo y un amor teórico. "En teoría la amaré toda la vida".

La crudeza y libertad del disco de Vegas se trasluce de principio a fin, no en vano concluye con una historia de flirteo con la heroína, Morir o matar. Grabado con cerveza mañanera y whisky a la caída de la tarde, bajo la crítica supervisión de Paco Loco a la vera del poblado naval, el primer disco en solitario en tres años de este peculiar cantante atrapa y destroza, pone en solfa los métodos que la rutina aplica al mundo y se deja mecer por voces y sombras. La crítica especializada, cada vez menos crítica y especializada, se ha apresurado a lanzar mil elogios al aire, sin etiquetar las piezas que desembocan en la profunda y libre producción de Vegas. Folk, country, glam, rock oscuro, el estilo inconfundible de Nacho Vegas obtiene algunas claves nuevas. El artista emula a Guy Clarck, también dialoga con Christina en torno a su amor, maldita la gracia que hará al escritor Ray Loriga, anterior pareja de la rubia rockera, escuchar un disco tan hermoso y paradójico. Literario y nocturno, pese a que se grabó a la luz del día. Del Blonde on Blonde metafísico a las inesperadas rancheras de Puerto Escondido. Todo vale. Nada duele más.

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