Cultura

Chopin desde la claridad

Tercer concierto del ciclo de la integral de las obras para piano solo de Frédéric Chopin. Programa: Mazurcas, Impromptu, Nocturnos, Valses, polonesas, Baladas y preludios de los años 1836 a 1839. Piano: Ludmil Angelov. Fecha: Viernes, 19 de febrero. Lugar: Teatro de la Maestranza (Sala Manuel García). Aforo: Lleno.

Los felices primeros años de la convivencia de Chopin con Georges Sand, incluído el desastroso viaje a Mallorca en el invierno de 1838-1839, centraban el programa de esta tercera entrega de la integral de la obra publicada en vida del compositor polaco. Denso y largo programa en el que Angelov iba enlazando obras sin descanso ni casi pausa. El pianista búlgaro parece querer ofrecer una visión de la música de Chopin despojada de las sentimentalidades más edulcoradas y de las falsas trascendencias con que otros pianistas abordan esta música. No abusa del rubato, más bien lo dosifica con mucho cuidado y lo aplica siempre con moderación allá donde puede jugar un papel expresivo puntual, como en el Nocturno op. 37 nº 1, al que Angelov le aplicó una interpretación sumamente delicada e intimista. Pero fue sólo una breve nota de retención del tempo, porque ya desde las primeras mazurcas del programa se pudo disfrutar de una gran exactitud rítmica, de una articulación clarísima, no volcada sobre el legato excesivo, sino más bien apoyada en el non legato y en un suave staccato. La digitación es ágil y virtuosística, pero nunca atropellada, como se notó en la manera de administrar el fraseo en el Scherzo op. 31, toda una lección de claridad no reñida con la energía y la expansividad de la música. Destaquemos, por último, la enorme claridad de su mano izquierda, capaz de mantener el tempo con exactitud y nitidez mientras la derecha acelera o ralentiza.

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