Cultura

El Capea, un trofeo, pero pierde una gran oportunidad

  • Miguel Abellán sufre una cornada menos grave, de 15 centímetros en la pierna izquierda, que alcanza el fémur · David Mora, muy firme en su confirmación

La tarde se agrió con la cornada de Miguel Abellán por el segundo toro, un castaño muy astifino, que se revolvía con prontitud por ambos pitones. El madrileño, con decisión, comprobó a escasos metros como el toro daba un par de brincos gigantescos en los lances de recibo, como si fuera un campeón olímpico en salto de altura. Luego, muleta en mano, comenzó su faena de rodillas. Serio y firme, aguantó tarascadas por ambos pitones y en un pase de pecho, el animal, muy ágil de cuello, se revolvió y lo prendió de la pierna izquierda, infiriéndole una puñalada. El torero se mantuvo hasta finiquitar al astado.

El peso de la corrida quedó en manos de El Capea, que tuvo que estoquear segundo, cuarto y sexto. El salmantino tuvo la oportunidad de consagrarse en Las Ventas y, sin embargo, dio una paupérrima imagen. A su primero, que embistió bien por el pitón derecho, no consiguió cogerle el aire. No estuvo a la altura, sacando un par de tandas entonadas. Por el izquierdo desistió pronto, ante las malas ideas de su oponente. Del cuarto, un gran toro, al que debía haber desorejado, le concedieron una oreja, que paseó con protestas. Escorado se escoraba, se inclinaba -hacia el avión, en el argot- por ambos pitones. El salmantino únicamente consiguió sacar a flote dos tandas entonadas y cortas con la diestra. Por el izquierdo no le cogió el aire y recibió un volteretón, afortunadamente sin consecuencias. Esa voltereta sensibilizó al público, que entró más en los últimos compases de una labor que remató con un espadazo, de efecto rápido, decisivo para la petición del trofeo. Con el manejable sexto, al que recibió con una larga cambiada de rodillas, junto a tablas, El Capea se mostró vulgar en la muleta, en una labor desceñida y desconfiada.

David Mora, muy firme ante un mal lote, dejó una gratísima impresión. Con buen aire en el capote, se la jugó sin trampa ni cartón en un día clave en su carrera: la confirmación. Tras devolverle el titular por inválido -suave como la mantequilla y de dulces embestidas-, se corrió turno. Confirmó con Cantaor, número 30, negro bragado, de 597 kilos. A ambos los recibió con largas cambiadas de rodillas frente a toriles. Este Cantaor desafinó tela. Sin entrega en los primeros tercios, buscaba al segundo muletazo al torero como presa. Un torero que se mostró siempre firme y estuvo por encima del peligroso astado. Con el quinto, un manso que se defendía y también con muy malas ideas, peleó con fe. La apertura de faena, con un muletazo por la espalda en los medios hizo saltar el "¡ay!" en los tendidos. Una exclamación que se sucedió ante los tornillazos que recibió el torero, por ambos pitones, sin inmutarse.

Corrida de muchos matices, tanto por la variedad en el ganado -con dos toros desaprovechados por El Capea- como por la más que digna confirmación de David Mora, en una tarde que tuvo como contrapunto la cornada a Miguel Abellán.

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