programación inaugural

Arte y crítica del lenguaje

  • El C3A debuta con exposiciones de las holandesas Falke Pisano y Nicoline Van Harskamp y con un taller dirigido por el gaditano Daniel Silvo

Espacio del taller 'Montaña Negra'.

Espacio del taller 'Montaña Negra'.

Los imperios imponen su lengua sin impedir su degradación. Así ocurre con el inglés. El spanglish sólo es una de sus variantes. Los nacidos en antiguas colonias británicas, los mercados, los profesionales que frecuentan círculos internacionales o los inmigrantes, todos hablan inglés pero con acentos, giros y deformaciones características. Nicoline van Harskamp, artista holandesa, nacida en 1975, explora tan amplio territorio en Englishes, obra iniciada en 2013 y aún abierta, en proceso.

No la mueve una curiosidad erudita sino los juegos de fuerza latentes en este fenómeno. La generalización de una lengua como consecuencia del poder es siempre una imposición, sea o no explícita. Pero tal imposición lleva aparejadas formas de resistencia. Hay en ellas una raíz política, aunque inconsciente, porque tales resistencias hacen valer la cultura de pertenencia. Por eso intentan domesticar, esto es, llevar a la casa familiar al colonizador inoportuno.

La amplia propuesta de Van Harskamp (nueve vídeos) se presenta en una cuidada instalación diseñada por la autora. Una pieza recoge un fragmento de un singular Pygmalion. La obra de Bernard Shaw, popularizada por el filme My Fair Lady, consiste justamente en el aprendizaje del inglés correcto. Pero la versión que filma Van Harskamp la realizan actores británicos que hablan con las incorrecciones y deformaciones propias de los angloparlantes de otros países. Hay leve humor en el vídeo donde un presunto lingüista telefonea a diversos lugares pidiendo hablar con alguien en inglés: las respuestas van desde la simple negativa hasta el intento laborioso de alguien que quiere estar al nivel solicitado. El temor de los catalanes a perder su lengua lo recoge un breve filme de animación: manos dibujadas enfatizan al moverse cuanto se dice. Darling Good Night es una larga toma de un apacible lago noruego. Mientras, hablan inmigrantes llegados de Eritrea, Siria, Sudán y Etiopía, recluidos en un centro de acogida, frente a ese lago: esperan el permiso de residencia. La obra más reciente y ambiciosa recoge a cuatro mujeres de diversas culturas que en una suerte de lengua franca, dicen qué significa para ellas hablar. Este último vídeo se ha filmado en Sevilla (La Cartuja) y Ríotinto, una colaboración entre el Basis Aktuele Kunst de Utrecht, y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.

Cómo hay que dividir una tarta de manzanas: es un problema que plantea Falke Pisano (también holandesa, nacida en 1978) y que es irresoluble porque falta la intención de la repostera que era darla a probar a todos sus vecinos. El asunto no es trivial. La obra de Pisano, también en proceso, indaga el valor de las matemáticas. Muestra su potencial de análisis, su capacidad para construir formas (a partir de tal análisis), sus posibilidades para comunicar y la libertad que ofrece al pensamiento. Pero a la vez señala que los modelos matemáticos, una vez comprobada su exactitud, se pueden aplicar a cualquier cosa. Insiste, apoyándose en Alicia en el país de las maravillas (obra al fin de un perspicaz matemático, Lewis Carroll), en esta indiferencia de las matemáticas hacia sus contenidos. Siendo fieles a sus reglas, pueden idear espacios curvados o n-dimensionales. Gracias a estos modelos contamos con los satélites de comunicación para jugar con los móviles. Pero también puede haber quien, basándose en la lógica de las matemáticas, afirme por ejemplo que son necesarios recortes en las cuentas públicas y en los derechos laborales porque gastamos más de lo que producimos. ¿Es verdadera esa afirmación? Pueden serlo los cálculos pero falla el planteamiento: ¿quiénes son los sujetos de gastamos y producimos? ¿No estamos en una situación parecida (pero inversa) a la de la tarta de manzanas? Inversa porque la repostera era solidaria y la política llamada de austeridad promueve la desigualdad.

La exposición inaugural del Centro de Creación Contemporánea de Andalucía se completa con un taller donde Daniel Silvo (Cádiz, 1982) invita a diversos artistas bajo la sombra de la escuela donde se formó Robert Rauschenberg. La muestra cumple sobradamente con algunos de las fines del centro: impulsar la invención artística y fomentar la relación entre arte y nuevas tecnologías. Pero puede haber quien piense que los temas de la exposición son ajenos al arte. Cabría argumentar en contra señalando el valor formal de las obras y la envidiable ejecutoría de las dos autoras, pero es preferible ir al fondo de la cuestión. La preocupación por el lenguaje es recurrente en el arte. Los clásicos indagaron la proporción, el Renacimiento, la perspectiva, y los impresionistas, la sensación. En todos los casos interpelaban a la cultura de su tiempo, proponiendo, respectivamente, un mundo ideal, espacios más racionales y una percepción que fuera más consciente de sí. Es el filo crítico del arte, un filo que está más que presente en las obras de las dos autoras holandesas.

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